Relato corto: Víctima de las circunstancias

Víctima de las circunstancias

Título: Víctima de las circunstancias

Autora: Kassfinol

Todos los derechos reservados.

Género: Romance Paranormal.


Las historias de amor florecen o terminan, gracias a los movimientos delicados o bruscos de las eventualidades cotidianas; por eso te invito a leer esta historia, te darás cuenta que a veces somos simples víctimas de las circunstancias.


Capítulo 1 Vida Controlada

—Hola mi amor —me saludó Asdrúbal, mi novio de hace unos cuantos años. Me sentía muy protegida y amada por él, verlo siempre era motivo de alegría. Me fijé lo que llevaba consigo un ramo de tulipanes amarillos y una cajita de chocolates.

—¡Hola mi amor! —Contesté entusiasmada— Felices cuatro años y diez meses, me encanta que tengas estos bonitos detalles. —Mi regalo era un suéter gris que le había gustado hace unos días cuando caminábamos por las tiendas del centro comercial, se lo entregaría luego de que cenáramos e hiciéramos el amor.

Era difícil tener un día desagradable con él, todo era sencillo, nos entendíamos y sobre todo ninguno de los dos manejaba los problemas influenciados por el ego, en líneas generales nos llevábamos muy bien.

—¿Vas mañana a la universidad? Porque tengo ganas de ir al cine —Asdrúbal me sonreía con picardía.

—¿Quieres ir al cine o quieres convertir tu casa en un cine? —me reí por lo bajo, llena de un poco de vergüenza, a pesar de que estábamos desnudos, enrollados entre las sábanas— Si tienes intenciones de hacer algo, pues te invito a que no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy.

—No vas a comparar dos días de acción, con un solo encuentro.

—Tú siempre quieres más, jamás te cansas —me burlé y le di un corto beso aprobatorio, al final me encantaba que él fuera así.

—Esa es la idea, ¿no crees? Además, nunca me cansaría de ti… tienes algo que no puedo dejar de desear, es algo inexplicable —las palabras retumbaron en mi cabeza, y mi reacción fue fruncir el ceño, Asdrúbal se dio cuenta y se dejó ver preocupado—. Hey, amor, no estoy diciendo que sea algo malo o que solo esté contigo por simple deseo, yo te amo, es solo que cuando te veo sencillamente no me quiero alejar.

—Eres un romántico en potencia, a ver, a ver, quítate —jugueteé—, me empalagas —me levanté y me metí al cuarto de baño para darme una ducha. Asdrúbal no tardó en seguirme y en volver a tomarme como suya debajo del torrente de agua tibia que caía sobre nosotros por la regadera.

Luego de toda esa acción entre los dos, él decidió descansar un poco antes de irse a su casa. Ambos vivíamos en el mismo campus, ya que todo ese sector era habitado por estudiantes de distintas universidades que quedaban cerca. Me era muy gratificante tener esa cercanía, ya que nunca había tenido familia, pasé toda mi infancia de un orfanato a otro, así que no tuve el tiempo suficiente para encariñarme con nadie que no estuviera en mis mismas condiciones, hasta que lo conocí a él hace casi cinco años.

Asdrúbal extrañaba a sus seres queridos que estaban a kilómetros de nosotros en el estado de Barquisimeto, pero venirse al estado Zulia y conocerme a mí fue un pilar importante para soportar sus ausencias, eso último dicho por él mismo.

En cuanto amaneció, me vi sola en mi hogar, me cambié, arreglé mi cabello y salí camino hacia la universidad. Al llegar caminé directo a mi salón de clases. Siempre fui una persona muy asocial, no sabía cómo acercarme, ni mucho menos me encariñaba con facilidad, a su vez quien mostraba interés en mí también desistía ya que por mi parte no me dejaba querer o apreciar por nadie.

Estaba clara en lo que era, en mi condición había leído mucho sobre eso, bueno, en realidad leía muchísimo, así que no necesitaba de nadie más.

Solo me ocupaba de ser alguien en la vida estudiando en la universidad, además, trabajaba en una tienda de ropa para pagarme las cuentas y me encargaba de hacer feliz a mi novio… no necesitaba más… así me sentía bien.

—Hola, ¿ese asiento está ocupado? —un hombre moreno de intensos ojos café me sonreía dejando expuestos sus perfectos y blancos dientes. — Dios mío, es hermoso —me quedé petrificada—. Disculpa, ¿me puedo sentar contigo?

Solo asentí y casi muero de la vergüenza cuando sentí que se me calentaba la cara.

—Tengo que disculparme, te veías tan concentrada pensando que creo que fue de muy mal gusto interrumpirte.

—No —musité, carraspeé mi garganta como si con eso pudiera agarrar fuerzas de voluntad para poder hablar bien y no quedarme viéndolo como tonta —No te preocupes, no es nada —me acomodé en mi asiento y miré hacia al frente intentando evadir por completo cualquier conversación.

Nunca lo había visto en esta clase, ¿será que es un estudiante de intercambio? ¿Y eso pasa en esta universidad? ¡Pero Dios mío, es que huele tan rico! ¡Ya va, ya va! ¿Cómo es que me puede poner así un desconocido?

Los pensamientos me aturdieron toda la clase, estaba incómoda, en cuanto el profesor dio por concluida la clase, salí del salón sin despedirme de nadie y sin mirar hacia atrás.

—Sí, sí, estás huyendo —musité, abrazando mis cuadernos y caminando aún más rápido por el pasillo —Eso mismo fue lo que sentí cuando conocí a Asdrúbal, esto no está bien.

Capítulo 2 Factor Imprudente

La siguiente clase fue más relajada, no estaba ese hombre cerca de mí, así que eso fue suficiente para poder atender y entender todo lo que me explicaban. Cuando terminó me quedé desarrollando unos ejercicios que tenía atrasados en esta materia, estaba tan concentrada que cuando escuché un tono amable dirigiéndose hacia mí, no hice más que dar un brinco sobre el asiento.

—Ahora sí es oficial, tengo que disculparme por interrumpirte —era el mismo tipo guapo de hace unas horas.

¿Me está siguiendo? ¿Qué hace él aquí?

Intenté mantener mi rostro con un semblante amable mientras miraba a mí alrededor para ver si alguien más nos acompañaba, pero para mi angustia creciente solo estábamos él y yo.

—Dime, ¿qué quieres? —solté y bien esas no fueron palabras muy amables.

—Discúlpame por favor, es que estamos a solo diez días de que nos den vacaciones navideñas y apenas voy ingresando a tomar las clases del semestre y estoy muy atrasado, quería pedirte los apuntes para poder avanzar un poco.

Sentí un alivio, al parecer no era un acosador en potencia. Aunque igual me sentía muy incómoda hablando con él, no le tenía confianza, algo en él me desconcertaba, y si eso se mantenía así terminaría colocando esa pared emocional delante de mí y sería inaccesible para él.

—¿Tienes email? Podría escanear mis apuntes y hacértelos llegar, no tengo problemas en ayudarte —algo en mí lo quería lejos en este mismo momento, su olor seductor me tenía embobada y ni hablar de cómo me miraba y sonreía. Se veía muy cómodo ahí de pie delante de mí, seguro de sí mismo.

—Sí, claro, es geraldferrer49@gmail.com, por cierto, mucho gusto soy Gerald Ferrer —me extendió su mano y por educación me sentí obligada a tomársela. ¡Y eso fue un error! Su contacto envío ráfagas de electricidad a lugares donde sentiría vergüenza admitir. Y que me ahogue en el mar caribe ya mismo, algo me decía que se había dado cuenta, porque no soltó mi mano, por el contrario se acercó a mí y me olfateó sin ninguna delicadeza. Me quedé atónita ante su comportamiento nada habitual—. Perdona que te lo diga, pero tu olor es exquisito.

Sí, solo uso splash con olor a coco.

Ante el silencio incómodo que nos envolvió, él se quitó con rapidez y yo muerta de la vergüenza decidí pasar por alto su piropo y le contesté:

—Me llamo Ana Marisa, mucho gusto —de inmediato enfoqué mi mirada hacia el ejercicio que ahora me parecía un montón de número escritos en chino—. En el transcurso de la tarde o el día de mañana te hago llegar los apuntes a tu email, quedamos así, si eres tan amable de dejarme sola, necesito terminar con esta actividad.

—¿No tienes apellido? —fue su respuesta ante mi desprecio.

—No es tu asunto —repliqué con mala cara. Él subió y bajó los hombros y vociferó:

—Tenía intenciones de pagarte para que me explicaras algunas clases.

Mierda, ¿qué pretende? ¡Y sí, necesito más dinero para poder pagar las cuentas y que me quede algo para mí!

Me mantuve en silencio por un momento, al ver que no le respondía el continuó insistiendo:

—Tengo mucho dinero, saldrás muy beneficiada de esto… míralo de este modo, si accedes, ambos saldremos beneficiados.

—¡No necesito tu dinero! ¡Que pesado eres! —contesté con arrogancia, era difícil no estar a la defensiva con ese aspecto, me molestaba tener ciertas necesidades monetarias y mucho más que la gente extraña lo notara. Acaso tenía un cartel en la frente, forrado en neón que decía: “No tengo dinero y no tengo padres que me ayuden”.

—¿Entonces me explicarás gratis? —bajó y subió sus hombros sonriendo y sentándose delante de mí. Esas palabras no me ofendieron, era evidente que lo antes mencionado fueron solo palabras tanteando el terreno. Sí estaba interesado en avanzar en sus estudios.

—Así no quisiera ayudarte, admito que mi tiempo vale, así que, en todo caso, obligado tendrás que pagarme… solo intenta no sobrepasarte de inteligente conmigo.

—Solo fue un chiste, no lo dije con la intención de que te molestaras… creo que tengo que irme, no quiero seguir cagándola, mi primer día de clases fue por completo malísimo, quedamos así, gracias por acceder ayudarme y al menos pasarme los apuntes por email —se levantó y comenzó a dirigirse hacia la puerta.

Noté que su semblante era de completo pesar, de inmediato sentí empatía por él; sabía que era sentirse sola y que nadie moviera un dedo para ayudarte. Cuando ya estaba a punto de salir del salón de clases le dije en tono alto:

—Lo pensaré mejor, en el email estará la respuesta de si te daré clases o no… pero te saldrá caro, tampoco es que me sobre el tiempo.

Gerald se detuvo y me dejó ver su sonrisa amplia y complacida.

—Gracias, entonces esperaré tu email —luego se dio la vuelta y terminé viendo su grande y bien formado trasero alejarse de mí.

¿Pero qué me pasa? —me regañé, Asdrúbal no se merecía que actuara así, pero no podía evitarlo, tenía ganas… ganas de ayudar o tal vez de hacer otras cosas más con mi recién conocido.

Capítulo 3 Cayendo al vacío

Al llegar a mi casa empecé a analizar el asunto, necesitaba el dinero; además intentaba convencerme de que tenía fuerza de voluntad… eso jamás había sido difícil, no entendía por qué siquiera en este momento lo consideraba. Todo eso lo deliberé mientras escaneaba mis cuadernos que me llevó como dos horas hacerlo.

Ya decidida, le envié un email informándole que las únicas horas que tenía disponibles para explicarle era de diez a doce de la noche, es decir después de salir de la universidad ya que durante la mañana dormía alrededor de seis horas y luego salía a trabajar; para después tener dos horas libres antes de ir a mis clases ya que ese tiempo era para estar con Asdrúbal. También le comenté el precio a cobrar por hora de estudio.

Recibí un email en respuesta a los cinco minutos que decía:

“Te estaré eternamente agradecido, estoy de acuerdo con el precio y las horas; nos vemos mañana, duerme bien.

—¡Oh que amable! —vociferé apagando mi computador, para luego irme a dormir.

El día siguiente trascurrió perfecto. Me levanté, desayuné y me fui al trabajo. Al llegar a las cuatro me vi con Asdrúbal, compartimos un rato e hicimos el amor, me bañé y salí de nuevo hacia a la universidad.

Estaba tan metida en mi rutina que cuando me vi frente a frente de Gerald casi me desmayo de la impresión.

¡Por Dios, qué fue eso!

—¿Te sientes bien? —me tocó el hombro y se dejó ver preocupado.

—Sí, sí, creo que subí las escaleras muy rápido, no es nada, no te preocupes —mentí alejándome de él, sentándome en el asiento más distante de la gente como siempre hacía.

—Ahh, no te gusta la compañía, somos dos, a mí tampoco me agrada mucho relacionarme —comentó sentándose a mi lado con una gran sonrisa.

Una parte de mí aceptó que él me cayera mejor por el simple hecho de ser asocial. Era algo en común que me agradaba.

—Son muy banales —murmuré sin intención de que me escuchara, pero para mi asombro me respondió:

—Son banales con tiempo limitado y eso los hace peores.

Guardé silencio ante su razonamiento, segundos después entrecerré mis ojos y le contesté:

—Hablas en tercera persona, ¿qué acaso tú no eres banal? ¿Qué te hace distinto a ellos?

—Que no me gusta perder el tiempo y siempre actúo en pro de cosas importantes.

—Eres muy maduro para tu edad, los hombres en promedio piensan así, si tienen suerte como a sus cuarenta años.

Huy, eso no fue muy halagador.

Para mi sorpresa soltó una carcajada y media clase se dio la vuelta para quedársele viendo. Avergonzada fijé la vista en mi cuaderno y fingí estar escribiendo lo que anotaba el profesor en el pizarrón.

—Lo siento, mejor seguimos hablando al salir de clases —escuché su murmullo.

—Ok —me limité solo a responder.

Unos segundos después me preguntó:

—¿Te puedo llevar a tu casa? —Lo miré con mala cara ante su atrevimiento—. No me mires así, entonces mejor explícame dónde nos vamos a ver para estudiar.

Ah, cierto.

—Puedes llevarme, no hay problema —me quedaba muy bien que me ahorrara el dinero en taxi, vivía en el mismo campus de la universidad, pero igual era gigantesco.

—Perfecto, así será —asintió y se enfocó en la clase.

Esta vez no fue tan perturbador entender lo que el profesor explicaba, pero a pesar de eso me tomé la libertad de verlo varias veces de reojo para poder detallarlo. Se vestía bastante bien aunque casual, desde mi punto de vista era muy difícil que algo le quedara mal, su contextura era perfecta, sus músculos se marcaban un poco a través de su ropa, era pura fibra; su rostro era lozano, con un vello facial cortado a la perfección alrededor de su boca y mentón.

Él no tenía su vello así ayer… Ah, no, pero qué piensas, si solo le mirabas el trasero. —me regañé ocultando una sonrisa y volviendo a concentrarme en la clase.

Las próximas dos clases no las tenía con él, pero eso no fue suficiente para sentir nervios y preocupación. Primero por el hecho de poder estar sola tanto dentro de su carro como en mi casa; y segundo, según parecía tenía un puto ataque hormonal incontrolable porque sentía miedo de meter la pata con un desconocido.

—Esto es por completo una mala idea —murmuré caminando hacia el frente de la universidad para tomar un taxi y huir de ahí; ya luego me excusaría con él.

—¿Cuál es tu mala idea? —Gerald me habló a mi espalda y solté un gritico del susto por su imprudente aparición. —Lo siento, no quise asustarte.

—¡Me tienes los nervios de punta! —repliqué sin pensarlo y luego me morí de la vergüenza.

—¿Te doy miedo? No tienes por qué tenerlo, solo soy muy sigiloso y tengo buen oído, te pido disculpas.

Asentí sin tener nada inteligente que decir.

—Mi automóvil está en el estacionamiento… ¿estudiaremos hoy o ya no quieres?

Otra vez esa cara.

Alcé un poco el rostro por inercia, intentando evadirlo y no mirar sus ojos; y me topé con una luna llena hermosa. El efecto fue inmediato, sin sentido aparente comencé a sentir un profundo dolor de cabeza.

—¡Ay! —me quejé y llevé mis manos hacia la cabeza sin fijarme que caerían mis cuadernos hacia el suelo.

—¡Hey! ¿Qué te ocurre te sientes mal? —acortó el poco espacio que nos separaba y puso su brazo alrededor de mi espalda, evitando así que me cayera ya que en ese preciso momento experimenté un fuerte mareo. —¿Estás enferma? ¿Quieres que te lleve a tu casa? Permíteme y te llevo, mañana cuando te sientas mejor estudiamos, comprendo que no estás dispuesta en este momento —como pudo recogió mis cuadernos que estaba regados sobre el asfalto y luego comenzamos a caminar hacia el estacionamiento.

Su automóvil era un Mustang cobra color gris plomo. Nunca me había montado en uno de ellos, ahora sí entendía el hecho de que él me pudiera pagar bastante bien, al parecer tenía mucho dinero.

El camino a casa fue silencioso, pero eso no ayudó a que el fuerte dolor de cabeza se me calmara; por el contrario, se intensificó. Mantuve mis ojos cerrados y solo los abría cuando calculaba debía dar instrucciones para llegar a mi casa.

—Es aquí —murmuré y sentí otro pinchazo en el costado derecho de mi cabeza.

—Te ayudaré a llegar a la puerta —no sé si fue el dolor o que me tardé mucho en abrir y cerrar mis ojos, pero me pareció verlo delante de mí y luego a un lado abriéndome la puerta. Me ayudó a bajar del automóvil, pero apenas pude dar dos pasos antes de caer de rodillas y comenzar a temblar.

—No, no, no… ¡qué mierda, comenzó antes! —murmuró Gerald cargándome sin esfuerzo. Por unos momentos mi conciencia iba y venía, pero estaba segura que seguía temblando de forma brutal sin poder contenerme, no sentía dolor por esos movimientos involuntarios, era algo inexplicable. —Esto no debías experimentarlo así, estoy aquí contigo, resiste —continuó diciéndome mientras sorprendentemente caminaba directo hacia mi habitación. Por un momento estuve despierta muy alerta, mientras que toda mi mente estaba intentando comprender sus palabras, pero antes de que pudiera preguntarle cualquier cosa sentí otra punzada en mi cabeza sumado a un dolor punzante que me sumergió por completo en la oscuridad de la inconciencia.

Capítulo 4 Vida Arruinada

En cuanto desperté me dio un gran alivio ver a Asdrúbal sentado al lado de mi cama, pero se encontraba molesto, estaba segura, porque podía sentirlo.

—Antes de que me digas una sola palabra, quiero que sepas que te amo con todas las células del cuerpo, y que lo que me hiciste no tiene nombre… te lo haré fácil porque no sirvo para hacerme del hombre dolido, pero puedes seguir con tu amante, cuando te des cuenta de que no lo amas puedes buscarme —hizo una pausa ante mi cara de asombro y desconcierto—, espero que no sea demasiado tarde cuando decidas regresar.

—¡Asdrúbal! ¿Qué mierda dices? —me intenté levantar y estaba desnuda; avergonzada y confundida me tapé con la sábana e intenté buscarle la lógica a todo.

—Que te lo explique el hombre con el que tuviste sexo hace unas horas; para mí está todo claro… me largo de aquí, desde este momento me voy a Barquisimeto a intentar pasar mis vacaciones navideñas con las personas que verdaderamente sí valoran el amor que les he entregado.

Mis lágrimas comenzaron a correr por mi rostro. ¿Qué argumento podía darle si ni yo misma sabía lo que había pasado?

—No sé de qué estás hablando, no entiendo nada, ayer en la noche comencé a sentirme enferma y un compañero al que iba a darle clases se ofreció a traerme y al llegar aquí no recuerdo nada… no sé, no entiendo de lo que me acusas.

—Es mejor que cierres la boca, te vi, los vi hacer el amor y hasta los escuché por dos largas horas hasta que ese maldito se decidió a bajar a buscar algo de comer.

—Me drogó algo tuvo que haberme hecho —intenté defenderme.

—Lo dudo, esa eras tú, disfrutando de él, yo sé cómo se ve la gente drogada, no me tomes por estúpido —alzando un poco la voz y levantándose de la silla concluyó—. Nadie se merece que le paguen así después de haber entregado tanto amor; espero que algún día entiendas que el enamoramiento es hormonal y que amar es una decisión.

Asdrúbal salió de la habitación con lágrimas en los ojos y yo sentí rabia, una energía que me quemaba todo el cuerpo, me dolía el pecho y de nuevo empezaba a sentir esas fuertes punzadas en la cabeza.

Ese maldito de Gerald lo asesinaré por lo que me hizo.

Como pude, luego de lo que me pareció una hora, me levanté de la cama dando tumbos, sosteniéndome con las paredes porque no sentía suficiente fuerza para sostenerme. Bajé poco a poco las escaleras y para mi asombro Gerald estaba sentado sobre el sofá comiendo pizza. El olor me descontroló, no sabía si era la comida o él, solo deseé tener ambas cosas dentro de mi boca y no importaba qué parte de los mismos fuera.

—Mi lobita, despertaste, tuve que salir, gracias a la diosa Luna que estás bien —su voz era atrayente, había calmado toda molestia en mí.

—¿Hace cuánto saliste? ¿No te encontraste aquí con mi novio? ¿Hablaron?

—La verdad es que estaba muy alterado, lo siento. Lo de anoche y esta tarde fue algo que no me esperaba, no debía pasar así, él no debía enterarse de esa manera… No vi justo que él nos viera haciendo el amor; por cómo se comportó creo que es un buen hombre, no se merecía nada de esto. Fue muy diplomático conmigo, pero estoy seguro que estaba destruido por dentro.

—Tengo ganas de asesinarte —que me dijera todo de esa manera tan ligera provocó que sintiera ira dentro de mí.

—¡Mierda, no! —Chilló levantándose de golpe del sofá y poniéndose en guardia—. Todo es confuso, pero tengo una explicación.

—Tienes dos minutos para explicarme todo lo que debas decirme, porque no sé cómo lo haré, pero comenzaré a golpearte hasta caer rendida del cansancio —algo en mí me decía que sí podría golpearlo sin mucho esfuerzo.

—Soy un buscador de lobos, ayudo a que su proceso de cambio no sea traumático, pero llegué tarde al tuyo, no pude ganarme tu confianza y ayudarte a que supieras qué hacer.

—¡Y por eso maldito abusaste de mí, dame una sola razón para no matarte en este mismo momento! —lo del asunto de que era un lobo no era importante en ese momento para mí, muy en el fondo lo veía como algo irracional o subjetivo.

—Los lobos al convertirse por primera vez desean de forma frenética tener relaciones sexuales, era luna llena y eres hermosa, me gustas, no fue difícil para mí dejarme llevar por tu olor y tus ganas… jamás me había pasado esto, perdóname.

Se veía tan sincero que debí sentarme porque por primera vez caía en cuenta lo delicado de sus palabras.

—¿¡Me estás jodiendo la paciencia, verdad!? ¿Cómo es eso de que soy un lobo? Por favor, si me dices que me drogaste con algo que aumentó mi libido sería más creíble.

—No, no, en serio, te juro que no te miento.

—Me han vuelto las ganas de asesinarte, eres un maldito arruinador de vidas —grité y sentí un fuerte dolor de cabeza.

—Como sé que no me vas a creer, entonces te lo demostraré —ante mis ojos y aun sintiéndome muy molesta, con una ira contenida que me calentaba el ser… el muy estúpido se empezó a desnudar frente a mí. Sentí deseo por él, pero luego un visible asombro, porque su cuerpo comenzó a cambiar; a temblar, a deformarse casi de una forma mágica frente a mí… su vello empezó a crecer por toda su piel, mientras que sus bellos músculos se deformaban y cambiaban hasta convertirse en un gran lobo color café frente a mí.

Para entonces hiperventilaba no podía creer lo que estaba delante de mis ojos, estaba incrédula por la condición sobrenatural de Gerald.

—No-no-no… no puede ser —di dos pasos hacia atrás y me di la vuelta con rapidez para así terminar chocando y cayendo contra una pequeña mesita de vidrio donde tenía varios portarretratos. La sangre de mis manos comenzó a salir por las pequeñas heridas, pero tres segundos después las laceraciones empezaron a cerrarse ante mi cara de asombro— ¡Esto no puede ser posible! —balbuceé y de inmediato comencé a temblar sin control, no podía manejar esa situación, luego de uno segundos estaba sobre cuatro patas toda cubierta de un pelaje negro y mi ropa destrozada a mi alrededor.

Sentía miedo, miré hacia los lados y todo era más nítido, más abrumador, mi perturbación se acrecentó, pero la voz apacible de Gerald me atrajo hacia la realidad.

—En uno días aprenderás a controlarlo, estoy aquí para eso —para entonces estaba en su forma humana sin ningún tipo de vergüenza desnudo frente a mí. Sentí deseos, ganas de besarlo, de poder sentirlo más cerca.

Como si pudiera intuirlo se acercó hacia mí y me tocó el pelaje sobre mi cuello; luego bajó poco a poco para poder acariciarme a la altura de mi columna vertebral.

—Piensa en ser humana de nuevo, en lo que deseas hacer con esa condición y estoy seguro que tomarás tu forma habitual.

Asentí viendo que no había forma de que me entendiera y me concentré. Como mi ropa había quedado destrozada, cuando volví a ser humana quedé expuesta, desnuda por completo frente a él.

Gerald se dio la vuelta y me dijo:

—Lo que pasó hace unas horas no tiene que repetirse, eso no estuvo bien, no fue correcto —se comenzó a vestir con la ropa que había puesto a un lado antes de convertirse.

Cegada por las ganas incontrolables, no me permití razonar sus palabras. Caminé hacía él y le di la vuelta para que quedara frente a mí. Su olor me llegó de golpe, y me permití poner mi boca a solo centímetros de la suya; el hecho de que estuviéramos desnudos fue un incentivo para querer tenerlo dentro de mí. No hubo nada que nos detuviera.

Él toqueteó todo mi cuerpo como si mi piel fuera suya. La respiración y gemidos entrecortados se escuchaban por toda la sala. Los lameteos entre uno que otro mordisco sobre nuestra piel calentaba cada centímetro de la misma. Todo eso atrajo hacia ambos unas descontroladas embestidas, tenerlo dentro de mí era tocar la gloria. Y eso fue lo único que me mantuvo despierta durante tres días. Solo dormíamos y al despertar nos tomábamos como si fuera la primera vez, sentía que necesitaba más y más de él, pero luego de esos días intensos el cuerpo pareció sumirse en un largo y profundo sueño.

Capítulo 5 Actualizando la Existencia

Con tantos cambios esta nueva y emocionante realidad no iba a engañarme, extrañaba a Asdrúbal, pero entre más días pasaban, más me daba cuenta de que él no debía enterarse de nada y tenía que continuar su vida sin mí.

Mi mundo estaba de cabeza, a diario aprendía sobre mi condición. Ahora entendía en parte porqué había crecido en orfanatos; mi condición podía alejar a los humanos sin quererlo, tal vez por eso jamás una pareja quiso quedarse conmigo y criarme. Pero a pesar de que ahora entendía esa situación, todo eso vivido traía una pregunta más fuerte a mi mente, ¿quiénes eran mis padres? Hasta donde sabía eran inmortales, entonces, ¿por qué me habían abandonado?

Hoy veintitrés de diciembre, sí sé quién soy, pero ahora y más que nunca quería saber ¿cuál era mi procedencia? ¿Dónde estaban mis raíces?

Gracias a mi brusco cambio de condición había adelantado mis vacaciones, total, era una alumna excelente no me quedaría ninguna materia y ya sabía por boca de Gerald de que el hecho de que fuera un alumno era todo una farsa, para acercarse a mí… así que ninguno de los dos tendría problemas por faltar casi dos semanas antes de las eventuales vacaciones de navidad.

Por el momento me encontraba sola en casa, porque Gerald había salido a realizar unas compras. Evitaba salir porque me daba miedo que cualquier estado de ánimo brusco me provocara el cambio, era algo que aún no sabía controlar muy bien, así que hasta que no supiera dominarme correctamente, el hecho de salir y tener contactos con humanos era contraproducente.

Gerald al rato llegó con varias bolsas de comida lo ayudé a cargarlas, solo para sentirme útil, sabía que él podía con eso y medio camión más.

Me mantuve callada y el gesto sombrío se plantó en el rostro de mí actual compañero.

—¿Estás de nuevo deprimida? ¿Estás pensando de nuevo en ese humano? ¿En Asdrúbal? ¿Acaso yo no soy suficiente? ¿Te quieres ir con él para ser feliz por unos años y luego verlo envejecer y morir?… No mi amada, no nacimos para eso.

—¡Eres un estúpido muy cruel! ¿Por qué tu mal humor? Sabes una cosa, deberías preguntar sin juzgarme… o no te das cuenta que antes era una simple humana huérfana y estaba bien, yo aprendí a vivir con eso, no sería ni la primera ni la última… pero ahora me entero de que soy un lobo, un ser sobrenatural, así como la pendejada esa que siempre odie de Crepúsculo —me puso mala cara—, ¿qué? ¡No te hagas! ¡¿No me digas que no viste las cuatro películas de esa saga?! —Asintió con rostro divertido—. Bueno, como te decía, yo solo me preguntaba ¿por qué mis padres me abandonaron? Son inmortales e imagino que con tanto dinero como tú, porque sería una completa estupidez no crear una inmensa fortuna con unos cientos de años encima —empecé a alterarme—, entonces ¿Quién soy? ¿De dónde mierda provengo?

—He estado indagando con toda la información que me diste y los nombres de los orfanatos donde viviste, me he enfocado en ver si alguien donó dinero para ti o cualquier cosa que haga conexión con tus padres, ya te dije que te voy a ayudar, seguiré haciéndolo, mereces saber de dónde vienes, y en mi está ayudarte y cuidarte, no te voy a defraudar, mucho menos cuando somos pareja —me dio un beso corto, pero muy intenso, enseguida me dieron ganas de que me tomara con brusquedad y me dejara sumida en la inconciencia—. Esa manera tuya de reaccionar me desborda, como se nota que eres nueva en el cambio, me encantas, me alegra haberte encontrado y sobretodo que me hayas aceptado.

En ese momento sentí un profundo dolor en mi pecho, recordé que esas mismas palabras me las había dicho Asdrúbal cuando cumplimos un año de novios. Intenté de inmediato disimular mi reacción con una media sonrisa.

—Te quiero lobita, deseo que jamás pueda perderte, que te quedes siempre conmigo. —No pude responderle nada, sentía un profundo vacío, solo pude asentir y me concentré en organizar en la despensa las latas de comida que había traído—. Perdona lo de hace un momento, no debí hablarte así, sé que ese humano fue importante para ti, muy bueno y amoroso, pero ahora vives esta realidad diferente, debes aceptar quien eres.

¿Cómo sabe él eso? Si jamás le conté nada sobre Asdrúbal.

Por lo que veía solo estaba rodeada de medias verdades, mejor actuaba con inteligencia.

—Y lo acepto, no te preocupes… ayúdame a conseguir a mis padres y estaré en deuda contigo… ¡Ya veré como te pagaré eso! —eso último lo dije en tono preciso.

—Siempre queriéndome y tratando como ahora lo haces y me daré por pagado.

Asentí, le di un corto beso y me fui hacia la habitación.

Por lo que veo Gerald se siente bastante cómodo con mis silencios. Y pensar que Asdrúbal sabía cuándo sentía dudas y él con toda esa paciencia del mundo buscaba la forma de sacarme la información y ayudarme.

Mi vida es un desastre y yo que pensé que para estas fechas estaría feliz al igual que los últimos tres años.

Me senté sobre la cama e intenté no llorar, pero eso se me hizo imposible. Estaba más rota que nunca, me sentía incompleta y lo peor era que me sentía como una egoísta que no valía la pena.

Capítulo 6 Sorpresa Increíble

Los días pasaron y empezaba a aceptar mi realidad. Para entonces estábamos en las fiestas de fin de año. Gerald se comportaba conmigo de una manera muy hermosa, era atento, colaborador, muy cariñoso y caballero; entre elogios, bonitos regalos y momentos, me hacía sentir que sí podría estar mucho tiempo más a su lado, no era un mal hombre o mal partido y lo mejor de todo es que teníamos la misma condición de inmortales.

—Te tengo una sorpresa y sé que será el mejor diciembre de toda tu existencia —vociferó todo emocionado seguro de sí mismo.

Entrecerré mis ojos y le regalé una sonrisa.

—No tenemos ni un mes de novios y pretendes darme la sorpresa de mi existencia… esas son palabras muy grandes para tu bocota, lobito —soltó una carcajada mientras metía su camisa dentro de su pantalón de vestir. Estábamos vistiéndonos de gala, porque Gerald consiguió unas entradas a una fiesta de etiqueta donde solo se reunían para la fecha lo más ricos de la ciudad.

—No me subestimes mi amor, no lo hagas.

Terminé de ajustarme mi largo vestido rojo y unos minutos después salimos hacia el lugar de la reunión. En el camino pasamos por el frente de la casa de Asdrúbal, pero como había afirmado, estaba la casa sola, se veían las luces apagadas y su frente con muchas hojas, estaba claro que sí se había ido hacia la casa de su familia en Barquisimeto.

Cuando llegamos al ostentoso lugar, me maravillé al ver todos esos automóviles de lujos y todas esas personas perfectas, hermosas, muy bien vestidas.

«Es irracional tanta belleza» me quejé en mi mente anonadada por todo a mí alrededor.

No había nada que desencajara, eran unos más perfectos que otros, me sentía en otro mundo, como si fuera todo irreal.

—¿Quiénes son estas personas? —pregunté asombrada por el rico olor y muchas veces se me hacía difícil quitar la vista de sus esplendidos rostros.

—Son lobos, como tú y como yo.

¡Ah! ¡No puede ser!

—¿Esta es la sorpresa que me ibas a dar? —exclamé conmovida por el gesto, no me pasaba por la mente tener o poder estar en contacto con más seres de nuestra misma condición.

—En parte —alzó la cabeza buscando a alguien entre la multitud y de repente pareció encontrar a quien buscaba.

Nos acercamos a una mesa que tenía dos personas que parecían tener entre treinta y treinta y cinco años. Una pareja hermosa y sobre la mesa decía un adorno escrito en lo que me pareció un dorado simulando el oro: “Familia Burton Hasstigano”

Gerald me besó la frente y musitó a mi oído.

—Sorpresa, querida Carla Elizabeth Burtón Hasstigano —de la impresión me senté en la silla más cercana, sentí que se me fue la sangre de la cara y cayó de golpe hacia los pies.

—Hija, somos tus padres —habló el hombre blanco de cabello negro con ojos azules.

—No tendré como pagarte el hecho de haber encontrado a nuestra preciosa hija —intervino la mujer mirando a Gerald, ella tenía un bonito cabello hasta los hombros color negro y ojos cafés.

—Mi amor, ella tiene los mismos ojos, esa misma mirada en ti —replicó el hombre entre lágrimas abrazando a su mujer lleno de una visible felicidad.

No es que solo tengo sus ojos, es idéntica a mí, solo que ella es un poco más madura.

—Estoy segura que es su hija, esa que secuestraron y arrancaron de su hogar cuando solo tenía cinco meses de nacida; tengo como probarlo, me he servido de mis fuentes y he investigado toda su vida para dar con ustedes, se me hizo increíble darme cuenta que soy el yerno de unos de los linajes más puros e influyentes de nuestra raza. —Gerald se veía feliz con su logro, pero sus palabras me desajustaron un poco, estaba más feliz por él que por mí, o por nosotros, su emoción era inocultable.

Pero yo sí me enfoqué en mí, y sin pensarlo abrí la boca para luego sentirme como una tonta.

—¡Son demasiado jóvenes! ¿Cómo es que parecen de treinta y cinco y yo solo tengo veinticuatro años?

—Somos inmortales envejecemos muy lento y llega un momento donde se detiene y nos quedamos así para siempre.

Fue ahí cuando me sentí como una tonta, como una gran ignorante, claro estuve influenciada toda la vida por las condiciones humanas. Además, no había forma que negara su paternidad, yo era físicamente idéntica a la mujer que tenía en frente.

No lo pude evitar, en cuanto mi cerebro procesó la información de lo que en realidad ocurría, no hice más que sonreír y comenzar a llorar. Miré a Gerald y me sentí agradecida por su ayuda, él tenía completa razón en algo… me había dado la sorpresa más grande de mi existencia.

Capítulo 7 Verdades Fluctuantes

Luego de esa noche mi vida había tomado otro rumbo, uno diferente y muy movido. Habían pasado dos meses de mi reencuentro con mis padres y había dedicado todo ese tiempo para ponerme al día con su vida y ellos con la mía.

La noticia entre las familias de nuestra raza había corrido como pólvora y estaban felices por nuestro reencuentro familiar.

Mi relación con Gerald había mermado un poco por mi parte, sí, él me hacía feliz con sus atenciones y bonitos tratos, pero no terminaba de convencerme, pero muy a pesar de eso él insistía en querer pasar el mayor tiempo posible conmigo.

Por mi condición había congelado el semestre en la universidad, debía reajustar mi vida antes de retomar mis prioridades, tampoco estaba dispuesta a exponerme. Por otro lado, distribuía mi tiempo entre pasar momentos con mis padres que se habían mudado a veinte minutos del campus de la universidad; y Gerald, que para el momento era mi novio oficial ante toda la gente importante que formaba nuestro linaje de lobos.

—Mamá dime algo.

—Si hija —contestó mientras peinaba mi liso cabello.

—¿Jamás sospechaste de quien nos alejó, de quién me secuestró y me hizo vivir entre los humanos como una huérfana?

—No mi niña, de hecho, investigamos por más de veinte años, a todas las familias, pero nadie pudo encontrar una conexión contigo… quien lo hizo, fue muy inteligente al ponerte en un orfanato de humanos y aún más alejándote de nosotros llevándote a otra ciudad en donde ni siquiera habíamos elegido vivir.

—¿¡Perdón!? ¿Otra ciudad? ¿No viven ustedes aquí desde siempre?

—¡Claro que no! Cada cierto año, debemos mudarnos porque nuestra apariencia incambiable nos delataría ante los mortales.

—¿En qué ciudad vivían cuando me diste a luz? —pregunté y una parte de mí no quería escuchar la respuesta.

—Naciste en Barquisimeto. Cuando lo hiciste teníamos diez años viviendo en esa ciudad. Ante tu desaparición te buscamos hasta debajo de las piedras, pero la urbe es muy grande, ante eso pudimos mudarnos dentro del mismo lugar varias veces mientras seguíamos tu búsqueda. Aunque hace cuatro años decidí muerta del dolor dejar de buscarte allí y cambiarme de ciudad; teníamos que cambiar nuestros nombres y un poco nuestra apariencia para no levantar sospechas entre los humanos; los lobos hacemos siempre eso, ya te acostumbrarás —era una mujer muy amable y crédula; se notaba en la nobleza de sus palabras.

¿Cambiaron sus nombres? No puede ser, así es muchísimo más difícil el hecho de saber quiénes eran exactamente mis padres. ¿Cómo lo hizo Gerald y en tan poco tiempo? Esto no pudo ser así, tan fácil… no-no-no… aquí pasa algo bastante grande.

—Debo salir mamá, gracias por esta conversación —la abracé y me fui con rapidez. Salí de la casa de mis padres con muchas preguntas en mi cabeza, me urgía llegar a mi casa, deseaba encarar a Gerald, tenía una corazonada, estaba siendo movida por completo por mi instinto.

¿Vivían en Barquisimeto y se mudaron de allí hace cuatro años? ¡Oh por Dios! Asdrúbal también es de ese lugar y se mudó hace cuatro años hacia esta ciudad, él también volvía por completo locos mis sentidos, aunque la sensación era distinta a la que me hacía sentir Gerald.

Envuelta en una nube de adrenalina y desenfreno decidí encarar el problema de frente, tomar ciertas decisiones distintas; así que le envié un mensaje de texto a mi madre:

“Mamá en una hora revisa mi GPS y llega a donde esté, te daré una sorpresa”

Esto será suficiente por si algo me ocurre.

“Ok mi amor” —respondió.

Sin pensarlo dos veces frené con brusquedad el automóvil que me había regalado mi padre, un Yaris negro; y caminé por el corto jardín para luego tocar con insistencia la puerta de la casa de Asdrúbal. Iba a sacarle la información a como diera lugar.

Él abrió la puerta y en ese mismo momento suspiré, mi corazón comenzó a palpitar a mil por horas; y deseé con todo mí ser poder abrazarlo y quedarme así por horas.

Concéntrate estúpida —me grité a mí misma en mi mente.

—¡Eres un maldito mentiroso! —le empujé y entré a mi casa, él solo dio dos pasos hacia atrás a pesar de toda la fuerza que ejercí— Eres un lobo, uno como yo, y fuiste tan idiota que me lo ocultaste… ¡Me secuestraste! Sabrá Dios para qué y me hiciste creer que me amabas, me alejaste de mis padres, me enamoraste y no comprendo tu motivo —le abofeteé, para el momento entre tantos gritos, yo temblaba y corrían lágrimas por mis mejillas.

—¡Estás reclamándole en parte al hombre equivocado! —su mejilla estaba apretada, se veía muy molesto.

—¿¡Quéééé!? ¡Admites sobre lo que te culpo!

—Solo admito que sí soy un lobo, que te enamoré y que sí te amaba… perdón, corrijo, sí te amo… le aposté a que regresarías a mi lado porque te habrías dado cuenta de que sí me amabas, que esos revolcones con aquel tipo solo eran acciones hormonales… pero nunca me imaginé que vendrías a mi casa a culparme de secuestro, ¿por quién me tomas? No tengo linaje, soy de la clase más baja que hay dentro de nuestra especie, además solo tengo cinco años mayor que tú; ya estoy enterado de las noticias de que resultaste ser la hija desaparecida de los legendarios Burton… Ni aun queriéndote secuestrar habría podido, era solo un infante cuando tú naciste… y si me lo preguntas sospechaba que eras especial, que eras una de los nuestros, porque esa atracción tan especial y entendimiento entre ambos solo se da entre miembros de la misma especie; pero estaba demasiado concentrado amándote como para ponerme día a día a revisar noticias trágicas de hace veinte años en el mundo sobrenatural.

—Yo-yo-yo no sé qué decir —balbuceé avergonzada. Y no le iba a reclamar por haberme guardado el secreto de que era un lobo, estaba clara de las normas estrictas que tenía nuestra manada, además, no había pensado en el punto clave de su real edad.

—Empieza por pedir disculpas —se sentó y se sobó su mejilla, un gesto claro de que disfrutaba lo que veía, pero en eso también me equivoqué porque entre media sonrisa concluyó—. Pegas fuerte, aún me arde la mejilla.

—¡Ay, como lo siento! No sé qué decirte, perdóname, tú no te mereces esto —le supliqué toda avergonzada.

—Ya no te preocupes por eso, por cierto, ¿y tu novio? ¿Cómo te va con el afortunado hombre?

Sentí una punzada en el pecho y me sentí la mujer más estúpida del mundo.

—Sabes qué, luego de analizar la situación necesito que me ayudes con algo… en nadie más que en ti puedo confiar.

—Gracias por lo que me toca —se acomodó en el sofá y me miró con atención—, con gusto te ayudaré.

Capítulo 8 Vida Reorganizada

Llegué a mi casa y Gerald me esperaba con la cena lista.

—Hola mi amor, llegas temprano, acabo de terminar de cocinar, ya iba a preparar la mesa para irme a bañar.

—Tranquilo mi amor, lo importante es que ya llegué a casa y estoy a tu lado —le di un beso y me senté sobre el sofá—, ven aquí tengo ganas de abrazarte.

—Oh, estás de buen humor, me alegro que te sientas bien hoy —se sentó y se acostó sobre mis piernas, permaneció allí mientras le acariciaba el cabello.

—Amor, tengo una pregunta que hacerte, es que tienes demasiada experiencia haciendo el amor y me encantaría saber cuándo más o menos te llevaré el ritmo.

Soltó una carcajada muy espontanea, se veía alagado.

—Ehhh, pero no te espantes, que sé que estás muy influenciada por muchos prejuicios humanos.

—No soy una humana, eso me quedó claro, me adapto bien —contesté sintiéndome incómoda cuando mencionaba la palabra “humana”.

—Tengo ciento treinta y cinco años, me convertí por completo en lobo cuando cumplí mis veinticuatros años, como tú, aunque hay un rango de edad entre los veintidós y los veintiséis.

Respiré hondo, debía calmarme y no convertirme en un lobo, esta era mi oportunidad de encarar la situación y disipar mis dudas.

—Ahora podrás decirme cómo diste tan rápido con mis padres, si todos se cambian de nombre cada cierto tiempo y hasta de ciudad… ¿cómo hiciste para dar tan rápido con ellos?

Noté cuando se puso tenso, pero de inmediato se relajó.

—Amor, ya te expliqué, soy un buscador por excelencia; estoy acreditado, tengo contactos, ayudo a que el cambio entre los lobos sea menos traumático, en sí, ayudo a la mayoría de los individuos que conozco; y también conozco personas influyentes.

—¡Mientes! Mis padres conocen muchas más personas influyentes que tú, y me buscaron todo este tiempo y aun así no pudieron encontrarme… pero claro, tú solo en unas semanas distes con ellos, eso sin pensar que fuiste tan directo al contactarme, sabías quién era yo, algo me lo dice.

—¿Cómo vas a probar todo eso? ¡Nadie te creerá! —se levantó de mi pierna y me miró directamente a los ojos.

—Simple matemática, tienes edad suficiente para esconderme desde pequeña, te fijaste en todos mis movimientos y luego apareciste y pretendiste quedar como un salvador… movimientos lógicos… todo encaja, ahora eres el novio de la hija de una familia poderosa… ¡Claro que te conviene! Pero no contabas con que yo hacía muchas preguntas y analizaría todo con detalle; aunque admito que todo te salió perfecto, pero comencé a dudar cuando te refrías a mí con mucha seguridad como si me conocieras desde siempre y solo tenías días de tratarme y ni hablar de cuando afirmaste que Asdrúbal era muy importante para mí y yo jamás te hablé de él y si lo analizas actué como si no me importara.

—Hablas sobre cosas que nadie te creerá —alzó una ceja y me miró con desprecio, su máscara acababa de caer.

—Me crean o no, quiero terminar contigo mi relación, no me siento cómoda y tengo muchas dudas, todo pasó muy rápido y no te tengo confianza.

—¡No me puedes hacer esto después de todo lo que hice por ti! —me gritó levantándose del sofá mientras que me halaba hacia él para apretarme de los hombros y tenerme frente a frente de forma brusca e incómoda.

—¿¡Qué hiciste por mí?! ¡Como yo lo veo solo me entregaste lo que me quitaste! —También le grité y lo empujé para alejarme de él —¿Por qué te urgía aparecer? ¿Por qué fuiste tan descuidado y estúpido? ¿Nos creíste tan idiotas que no analizaríamos la situación? —insistí quería sacarle a como diera lugar la información.

—No soportaba verte con ese estúpido lobo, cuando me di cuenta de su condición como inmortal decidí actuar, ese maldito arruinó todo mi plan de ser el dueño de toda la fortuna Burton. Mi única oportunidad era aprovecharme de tu condición de recién convertida para enredarte y comprometerte conmigo.

—Entonces, ¿admites lo que hiciste? —no pude evitar empezar a llorar, tanta artimaña no era sana ni soportable para mí.

—Digamos que me vas a guardar el secreto de esto que hice, sino asesinaré a todos aquellos que amas y empezaré con ese arrastrado de Asdrúbal, alias el lobo pobre. No se me hará muy difícil, sé cómo actuar sin dejar rastro.

Asdrúbal entró sonriendo por la puerta del fondo.

—Aquí me tienes, puedes intentar siquiera tocarme un pelo, porque si lo haces yo no dudaré de desprenderte la cabeza del cuello; por cierto —colgó la llamada— estabas en conferencia con los altos mandos lobunos, oficialmente te declaraste culpable de secuestro y morirás por traición hacia tu propia raza.

—¡No, si me escapo antes! —declaró corriendo hacia la puerta principal, en cuanto la abrió se topó con cinco hombres que veía por primera vez en mi vida.

—La casa está rodeada imbécil, te daré la oportunidad de elegir… ¿Te vas caminando o te vas muerto? —Asdrúbal comenzó a temblar, sus palabras iban en serio, tenía toda la intención de pelear.

Pero no pudo actuar porque los hombres ingresaron a mi casa y agarraron a la fuerza al maldito infeliz de Gerald.

—Tu mamá te hizo caso al pie de la letra, llegó minutos después de que mis amigos rodearan la casa, ellos le explicaron la situación. Está incrédula por todo lo ocurrido, es inaudito como la avaricia de ese tipo mortificó y dañó una familia por años; y la manera tan baja en que se aprovechó de ti y de tu manipulable situación.

—Lo siento, no quise hacerte pasar por todo esto, no sabía bien lo que hacía.

—Los lobos no sabemos lo que hacemos los dos primeros años después de nuestro cambio, habría actuado desde el primer día en que te convertiste en una de nosotros… pero Gerald me ocultó tu cambio, y el olor de su cuerpo estaba en todos los rincones de la casa y eso mitigó mi olfato; me cegó con los celos, me dijo que era tu amante desde hace meses y que lamentaba el hecho de que yo me enterara así… fui demasiado estúpido al no indagar, al huir e irme a casa de mis padres; necesitaba espacio, cerraba mis ojos y solo te veía en brazos de él —me abrazó y continuó hablando—. Muchas cosas encajaron hoy luego de nuestra conversación; admito que ya me había enterado hace semanas de que eras la hija de alguien importante y de que efectivamente eras una loba, pero preferí no interrumpir tu aparente felicidad ya que te veías bastante a gusto con tu nueva pareja.

—Lo siento —comencé a llorar, él correspondió mis lágrimas, siempre fue alguien muy emotivo y se acercó a mi oído y me dijo:

—Yo también lo siento, aunque lo importante aquí es que regresaste y que aún te amo.

—Esas palabras viniendo de ti me alegran el ser —contesté casi hipando, me sentía terrible, avergonzada por todo.

—No llores de nuevo amor, ya está todo de nuevo bien —hizo silencio y se corrigió—, A decir verdad, todo está mejor que antes, ahora sabes de dónde vienes, quién eres y a quién en realidad amas… como yo lo veo nunca estuviste mejor, solo fuiste víctima de las circunstancias. Lo admito, todo me dolió, pero creo que soy fuerte.

Él siempre tan optimista.

—¡Eres increíble mi amor, te amo!

—Lo somos, somos seres sobrenaturales —sonrió y sus ojos brillaron de felicidad—, ahora quiero que aceptes que sí te podré cuidar y amar por toda la existencia.

—Al fin una buena noticia sin trasfondos negativos —contesté dándole un corto beso a su pecho a la altura de su corazón—. Espero que algún día me perdones por haberte hecho pasar por esto.

—Ya lo hice, por eso estoy aquí —sonreí al escucharlo y comencé a llorar de nuevo— Acepté que el enamoramiento es hormonal, pero amar es una decisión y yo… yo a ti te amo aun y cuando no estuviste conmigo estos meses, aún y después de todo esto que vivimos.

—Yo-yo… yo también te amo.

FIN

Cuando las personas acepten que amar es una decisión del día a día, el proceso hormonal llamado enamoramiento, dejará de incrementar los índices de rompimiento en las relaciones prometedoras.



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