Libro 1: Serie Invocación – Entre el Infierno y la tierra – Capítulo 15

Capítulo 15 (Lonhard)

—Algo no está bien. Ahora estoy completamente seguro.

En ese baño había alguien más, estoy seguro. ¡Maldición! Podría jurar que era otra mujer, pude percibir su olor cuando empecé a cambiar. Esto me confunde. Esa mujer me dejó extasiado entre sus brazos. Angi era hermosa, la deseaba, en este preciso momento aun la deseo. Sus labios son carnosos; su espíritu es puro, como si siempre hubiese sido guardada para mí. Su piel es muy suave, jamás conocí a una mujer como ella.

—Concéntrate, Lonhard —me reproché intentando sentar cabeza en la nueva situación.

¿Cómo es que esa demonio estaba en el baño de Angi? —Gruñí fuertemente mientras golpeaba la pared de mi cuarto— ¡No puede ser! Ella está en peligro, ¿Cómo sabré qué tipo de demonio es? ¿A qué me estoy enfrentando? ¿Por qué está cerca de Angi? ¿Por qué esta aquí, en este plano? —terminé exasperado intentando ordenar la lluvia de preguntas que venían a mi cabeza.

Lucifer debió haberla sacado como me sacó a mí o debe estar anclada al plano terrenal por culpa de algún humano. No existen muchas alternativas al respecto. Los humanos algunas veces encontraban la forma de sacar a un demonio del infierno. No saben lo que hacen, suele suceder a veces por accidente. Visitan a un faculto en las artes oscuras sólo por diversión, para conocer el futuro y banalidades como esas. Pero algunos cruzan el umbral y crean un puente, el enlace entre este mundo y el infierno. Juegan con fuego.

Creen que tienen el control, pero no es así. Una vez que cruzan la línea todo es pan comido. Se hacen esclavos, se atan a la senda de la oscuridad y luego, al morir, condenan su alma para siempre. Mueren para que nosotros seamos libres. Pero no fue mi caso. No dejé el infierno a cambio de un alma humana.

Lonhard por favor, enfócate en la demonio —pensé —El por qué está en éste plano. ¡Lo averiguaré! Pero de algo estaba seguro: no me imaginaba a Angi jugando a la ouija o invocando a un demonio. ¿Para qué? ¿O será que necesita adivinar el futuro?

—¿Adivinar? ¡Eso es! ¡La bruja! Ahora más que nunca debo visitar a esa mujer para que me explique qué coño pasa aquí —dije en tono molesto. Sentía como la sangre empezaba a calentarse, odiaba no tener el control de esta situación—. Quiero saber todo lo que ocurre, porque estoy seguro de que Angi corre peligro.

Me quité toda esa ropa mojada que cargaba, me puse una ropa sencilla, una gorra ya que no volvería a cortarme los cuernos. No todavía, necesitaba quedarme así. En esta etapa de semidemonio para poder detectarla. Estaría mi cuerpo a cuarenta y nueve grados centígrados, pero estaba dispuesto a soportar el calor.

Una vez vestido, con unos jeans negros y una franelilla negra, me sentía un poco extraño, estaba al descubierto con esta gorra, más todos estos músculos marcados parecía ese estúpido humano. Olvidé su nombre. ¡Aja! Sí, ya lo recordé, Arnold Schwarzenegger—. Solté una carcajada—. Ese humano se hizo famoso hasta en el mismísimo infierno, con su frase “Hasta la vista, baby” —volví a reírme, pero esta vez mucho más fuerte.

Los desgraciados demonios por un tiempo decían eso cada vez que se mataban unos con otros, en batallas o por diversión, total a los segundos resurgirían y continuarían padeciendo la misma condena. Sinceramente, llegué aburrirme con la frase, pero aún me causa gracia, me traía excelentes recuerdos.

Me desmaterialicé frente de la puerta de Angi, no quise hacerlo dentro para no incomodarla, bueno, como si a estas alturas no lo estuviera. La dejé jadeante por mí, debí largarme de ahí para no ponerla en peligro, no era necesario arriesgarse no fuese a ser que esa demonio quisiese asesinarme.

¡Mierda! ¿Y si asesinó a Angi? ¡Definitivamente soy un estúpido! —pensé angustiado.

Toqué la puerta e inmediatamente como si ella me estuviese esperando detrás de la misma, la abrió. Ahí estaba, frente a mí, sólo la miré. ¡Sí, así es! ¿Para qué negarlo? Me puse duro inmediatamente, pues de su cintura para arriba estaba de blanco con una sencilla franelilla, se veía tan delicada como las chicas del plano celestial que cuando bajaban al plano terrenal terminaban casi hipnotizando a las personas por la cual se dejaban ver, las condenadas eran hermosas en toda su expresión, igual a Angi.

Seguí devorándola con la mirada. De la cintura para abajo llevaba uno jean negro, el color de la perdición. Estaba seguro que si no hubiese sentido a esa demonio en el baño, me hubiese hundido en ella y juro que aún estaría entre sus piernas. Le haría poner ese atuendo para volvérselo a quitar. La hubiese hecho mía, hasta el cansancio.

¡Puta palabra! Intentaré erradicarla de mi léxico. ¡Ella no es tuya, Lonhard! —me regañé— Mejor me concentro en otra cosa.

Seguí en silencio intentando dejar de mirarla. Me enfoqué en su largo cabello, lo llevaba suelto, se veía bien cuidado: era brillante. El contorno de su cara se veía aún más delicado con el cabello así. Su olor era divino; era tan exquisita que, a pesar de no ser comida, me provocaba acercarme y afincar mis dientes con delicadeza en toda esa bonita piel. ¡Ah! Me encantaba poder sentir, y que fuera ella quien me hiciera sentir todo eso.

—Hola —saludó con mala cara Angi, luego continuó después de una pequeña pausa—, vamos, ya quiero irme y por favor cambia esa cara de estúpido que tienes ¿quieres? Realmente te ves bastante ridículo. Tienes como diez minutos ahí mirándome como un tonto.

—¿Cómo qué quite la cara de estúpido? ¿Cómo se ven los estúpidos? —le pregunté sonriendo, mierda, es que no podía dejar de sonreír cuando estaba cerca de ella, pero mi sentido del humor no ayudaba en la situación.

—¡Esas preguntas también fueron estúpidas! ¿Quieres saber cómo se ve un estúpido Lonhard? ¡Mírate en un espejo y entérate! Además, no tienes que restregarme tu cara de felicidad o mostrarme tu inminente anterior disfrute. Aunque, bueno, para qué caerme a mentiras, tengo bastante claro qué es aquello que te tiene tan feliz en estos momentos —Angi explicó todo esto en un tono súper sarcástico.

—Angi. Yo… —logré apenas decir, pero ella me interrumpió.

—¡Shiiii! Déjalo así, no quiero hablar de eso, mejor vámonos de una buena vez.

No quería molestarla más así que decidí dejar la conversación hasta ahí. Además, ¿Qué explicaría? ¿Qué me largué de ahí porque pensé que una demonio me asesinaría? Dejándola sola con un ser completamente desconocido y peligroso para ella… ¡No!… Ni loco le diré eso, fui un idiota, lo acepto, pensé sólo en mi pellejo, más no en el de ella.

Prefería dejar esto así, del tamaño en el que estaba. No quería que se molestara más conmigo, menos por no protegerla. Las mujeres humanas son susceptibles a esas cosas. Simplemente tomé una estúpida decisión y menos mal que no ocurrió nada malo si no, no sé cómo hubiese reaccionado.

Aunque por otro lado si veía más a fondo mi reacción, debería estar más tranquilo. Eso quiere decir que sólo siento deseos por ella nada más. ¡Eso era bueno para ambos! Ya que nada entre nosotros podría funcionar. Pero ¿Y si esa demonio la hubiese asesinado haciendo que me convirtiera en un inmortal sin poder sentir? ¡Exacto! mierda debo cuidarla, sí que soy lento razonando. Definitivamente soy demasiado egoísta, por andar cuidando mi culo la dejé sola a ella, aun sabiendo que ella afecta todo en mí. ¡Soy tremendo bruto! —pensé admitiendo mi equivocación.

—Bien Angi, no se habla del tema entonces, salgamos de una buena vez de aquí.

Ella bajó y subió sus hombros en modo de indiferencia diciéndome:

—¿Cómo nos iremos? Necesitaremos un auto.

—No te preocupes compré uno —le guiñé el ojo. Hice una pequeña pausa y terminé diciéndole—. Aunque aún no lo uso porque me desmaterializo.

—¡Sí, claro! No me digas. Aún no lo había notado —salió del apartamento, dándome la espalda para cerrar bien la puerta—. Bajemos entonces —acabó diciendo.

—¿Bajamos? —le pregunté, mientras lo decía la abracé desmaterializándome con ella al estacionamiento, exactamente al lado de mi auto.

—¿Qué mierda haces? ¡Estás loco! —gritó toda histérica, si no tuviera certeza de que Angi era una humana, podría jurar que hubiese creído que era una demonio por el tono rojizo y lo caliente que se le puso el cuerpo del susto— su reacción hizo que soltara una carcajada.

—¡No te rías, desgraciado! Casi me matas del susto —gritó Angi.

—Disculpa, no fue mi intención —no podía dejar de reírme, eso les restaba credibilidad a mis sinceras disculpas. Guardó silencio por unos minutos, para aparentemente agarrar aire. Al darse cuenta del auto se tambaleó hacia él, abriendo los ojos como platos.

—¿Este es un Lotus Elice gt1? ¿Compraste un carro deportivo? ¡Alucinante! Eres un desgraciado ladrón, pero sí que sabes de autos. Es hermoso —Angi sonreía mirando como tonta el auto.

—No tanto como tú —murmuré sin pensar.

—¿Cómo?

—Nada —contesté subiéndome en el auto—, vamos, mejor móntate para que avancemos.

—Yo no me voy a montar allí. ¿Acaso tú sabes manejar? Me acabas de decir que solo sabes desmaterializarte.

Mierda ese detalle no lo había pensado. Sería bueno respondérselo con la verdad. Ya el auto tenía una abolladura en la parte trasera desde el día que intenté aparcarlo en este estacionamiento. O sea, desde el primer día que lo compré. Por cierto, no se me hizo difícil adquirirlo, no hay nada que no se pueda hacer con unos cuantos hombres mala conducta. Se me hizo más fácil buscarme una identidad falsa, que decidirme por el auto más bonito del lugar, ese que llaman concesionario.

—¿Por qué te quedas callado? ¿Acaso intentas pensar en una mentira? —Angi demandaba una respuesta, entrecerrando los ojos y colocándose una de sus manos en la cintura.

—Angi móntate de una jodida vez. No te pasará nada. Prometo que cuando sepa que vamos a chocar o cualquier otra cosa que te ponga en peligro. Te desmaterializaré a otro lugar.

—¡Ah, qué alivio! Tú sí que las piensas en grande. Eres lo máximo, por cierto, lo que acabo de decir es sarcasmo. No se te ocurra creértelo.

Solté una carcajada ante el ácido humor de Angi.

—Vamos, no te hagas de rogar.

Permaneció en silencio unos segundos, al parecer estudiaba sus pocas alternativas ante la situación. Creo que pasó un minuto y abrió la puerta del copiloto para sentarse. Seguidamente cerró la puerta muy fuertemente, la acción no me molestó, al contrario, intenté agarrar aire para no soltar otra carcajada.

Tenía que admitir que este automovil podía ser muy bello y costoso, pero era una mierda sin Angi dentro, sin ella no podía percibir el olor del cuero de los asientos del auto; además me sentiría como en el infierno cuando no podía percibir su aroma a jazmín, su olor comenzaba a ser mi debilidad.

—No usaré más el auto —afirmé, arrepintiéndome enseguida porque no quería que ella escuchara eso— definitivamente necesitaba ajustar mi filtro de pensamientos antes de hablar.

—¿Cómo? Pero ¿Por qué si es hermoso? —me preguntó, estaba claro que no entendía las verdaderas razones de mis anteriores palabras.

—Porque lo compré sólo para ir a ese lugar en especial ya que con sólo ver una fotografía o un video como esos en los que me grabaron, que muestre algún lugar, con simplemente reconocerlo podría desmaterializarme hasta allí —le respondí sólo eso, no queriéndole decir toda la verdad: que sin ella este auto no valdría de nada porque ni siquiera podría percibir el rastro de su aroma. Así que no valía la pena conservarlo o usarlo. La verdad, un demonio no necesita de un auto para movilizarse, incluso se convertiría muchas veces en un estorbo.

No me imaginaba robando un banco o tienda de ropa fina, para salir corriendo a un auto. Eso sólo lo hacen los humanos. Situación que me parece bastante denigrante con las increíbles habilidades que tengo.

—¡Ah! Entiendo, es una lástima que apenas sepa llegar a la casa de esa bruja en auto, ni siquiera estoy enterada de la dirección exacta. Sé que para llegar debemos adentrarnos en el bosque principal de la ciudad. Ya de ahí seguimos el camino largo de arena. Por cierto, ya que me lo dices de esa forma, tampoco tengo fotos del lugar. Me sentiría más cómoda si nos desmaterializamos no quiero morir tan joven.

—Supongo que eso también fue un sarcasmo —le dije mirándola a los ojos, por alguna razón no quería dejar de verla.

Ella asintió sonriendo.

—Ah, por cierto, si te sirve de algo. Sé de alguien que debe tener alguna foto.

—¿Sí? ¿Quién? —le dije de forma cortante. Necesitaba distraerme para dejar de pensar que Angi sería la cena de esta noche. Ella frunció el ceño mostrándome que no le había gustado aparentemente mi tono de voz, entonces mirando por la ventana me dijo:

—Una amiga de la cual no te interesa saber ni el nombre, no vaya a ser que también quieras asesinarla. Aunque, pensándolo bien, si ella fuera un gato me encantaría que le quitaras al menos tres vidas. Esa desgraciada ayudó a que mi vida se volviera un caos.

Esta mujer se pone molesta con más facilidad que yo. Aunque si esa era una amiga, no quería conocer a sus enemigas. Esta Angi como que era propensa a tener malas juntas. No quise buscarle más conversación así que arranqué el auto, dirigiéndonos al lugar, según me indicaba Angi.

Manejé poco a poco, casi atropellé a dos peatones, pero gracias a mis reflejos, no fue así. Angi también ayudó haciéndome ver a gritos varias luces rojas. Aun no entendía bien para qué era cada color, pero bueno ya por lo menos sabía qué era un semáforo. Al infierno llegaban muchas almas por andar ignorando a estos condenados aparatos.

A decir verdad, haberle dicho de que no sabía manejar era una media verdad, me faltaba práctica, pues, el joven que me vendió el automóvil fue amable y pasó varias horas conmigo enseñándome a usarlo. Yo solo el dije mentiras y él me creyó. Estaba seguro que solo quería la comisión que se ganaría al yo comprarle el automóvil. Así que fue una relación de interés muy corta donde todo fue un ganar – ganar.

Al llegar al lugar, nos bajamos del auto, por mi parte empecé a detallar el sitio. Me llamaron la atención tres cosas: Primero: sentía el ambiente como en el infierno, es decir, por alguna razón me sentía en casa y no era precisamente por el definido olor a azufre que emanaba del lugar. Segundo: quería largarme de ahí, sentía una gran incomodidad como si el mismísimo Innombrable estuviese ahí. Parecía que tenía alguna conexión con el plano celestial. Característica preocupante pues no sabía lo que me encontraría en ese lugar. Y, por último: la casa era horrible. ¡Por Lucifer y todos los demonios! Qué mal gusto tenía esa bruja. Si así era su jardín, estacionamiento y fachada, no quería ver cómo estaba por dentro. Definitivamente parecía que la casa en cualquier momento se caería. Deberían demolerla, a decir verdad, le harían un bonito favor al bosque.

—Esta es la casa —me sacó Angi de mis pensamientos.

—¿La bruja es igual de fea que la casa? Dímelo para prepararme psicológicamente.

Angi soltó una pequeña carcajada diciéndome:

—Ya verás. Por cierto, por dentro la casa es aún más fea.

Puse mis ojos como platos y me rasqué la cabeza, tendría que verlo con mis propios ojos para poder creer que alguien podría superarse de tan fea manera.

—Vamos a llamar sin mucha altanería a la puerta, en realidad no sé si esté, porque no anunciamos nuestra visita —Angi se veía algo apenada.

Me da muy igual —pensé. Permanecí en silencio mientras caminábamos hacia la puerta. Al estar frente a ella, Angi la tocó delicadamente, unos segundos después murmuró:

—Espero haya alguien, me incomoda llegar a lugares sin anunciarme, me parece de mala educación.

—¡Ajá, Angi! ¿Pero acaso esto es una visita para socializar? —le cuestioné mirando sus hermosos ojos verdes. Ella se intimidó. Miró al suelo y a los segundos volvió a insistir tocando la puerta.

Escuché pasos. Todos mis sentidos se pusieron en guardia. Mi reacción fue colocar a Angi rápidamente detrás de mí, para protegerla.

Nos abrió la puerta una bonita mujer, era humana, así que me relajé. De inmediato Angi me gritó en la cara:

—¡Quítate! ¿Qué haces?

Sus ojos le brillaban por la molestia que sentía ¿Será que esta mujer sufre de ira? Jodido carácter que tiene. Sólo me aparté y dije entre dientes:

—Protegiéndote —recalqué las palabras muy lentamente, colocando mi cara muy cerca de la de ella.

—¿Protegiéndome? ¿Tú a mí? —soltó una carcajada— Sabes, te recuerdo que no hace ni dos días querías matarme, así que no juegues conmigo, ya es suficiente con todo lo que me has hecho.

No tuve oportunidad de decir nada pues de repente la mujer que abrió la puerta dijo, en tono dulce, pero a la vez burlón:

—¡Ay! El amor. ¡Qué bellos! ¡Ya empezaron a discutir! Es tan tierno, ya se aman —al terminar de decir eso sonrió, mostrándonos su dentadura perfecta.

—¡Cállate de una jodida vez, Sofía! Nadie te dijo que hablaras. ¡No te metas! —le respondió Angi inmediatamente con tono ácido, pensé que la golpearía, debí agarrar aire para no soltar una carcajada.

Las mujeres de este siglo eran altaneras y algo malvadas, por lo que podía ver.

Detallé rápidamente a la mujer. Era muy hermosa, perfecta para ser exacto, pero por alguna razón Angi me gustaba muchísimo más, pues esta mujer no tenía pinta de ser de las que uno debiera de proteger, se veía demasiado autosuficiente, en cambio Angi era más delicada, característica que me encantaba en una mujer.

¡Ay, mierda ya ando de nuevo pensando en estupideces!

—¿Se encuentra en casa tu tía? —preguntó Angi, con su mala cara, a la mujer.

De verdad pienso que esta era la cara que más usaba Angi, aunque se veía igual de bella.

—Sí se encuentra. Adelante, pasen, ya te la llamo —le respondió la bonita mujer, dándonos la espalda, segundos después desapareció por un pasillo.

Nosotros entramos, sentándonos en un feo sofá que estaba en lo que creía era la sala, miré alrededor, el mal gusto se entendía también por aquí como me había advertido Angi, aunque la sensación de incomodidad se me había quitado. Me sentía relajado.

Pero de algo sí estaba seguro, tenía que mantenerme al pendiente de todo, porque las brujas son engañosas, te dicen cualquier cosa y de repente te ves metido en un trato con el diablo o con algún ser de los que viven en el plano celestial.

—Angi. Dime algo ¿Quién es la mujer bonita?

—¡Bonita! —respondió Angi de forma muy efusiva, y su rostro empezó a tornarse un poco rojo. ¿Ya estaba de nuevo molesta?

—¿Qué? Es bonita ¡Ajá! Tampoco es que soy ciego Angi —solté una carcajada—, pero tú eres aún más hermosa que ella, lo juro por todos los demonios —terminé aclarándole entre risas.

Angi suspiró, miró hacia el piso por unos segundos, entonces me dijo:

—¿En serio piensas eso? —al escucharla le sonreí, algo dentro de mí se ablandó al ver esa dulce reacción.

—Sí, en serio, no gano nada con mentirte.

Angi asintió, quitándome la mirada, al parecer no quería tener contacto visual conmigo.

—Es, Sofía. No sé si escuchaste su nombre, al llegar lo mencioné, Es mi mejor amiga, ella es la que me metió en esto. Bueno, viéndolo bien, también saldrá afectada por la situación. Pero, en fin, el asunto es que ella definitivamente tiene culpa de lo que nos pasa. Aunque déjame explicarte el asunto por completo para que estés bien enterado de todo lo que está pasando. A decir verdad, nos metió a unos cuantos en todo este embrollo… a ti, a mí, otra amiga llamada Amelia, que por cierto no está aquí, por alguna extraña razón se fue a España. En estos momentos no sé mucho de ella, ésta condenada mujer, o sea, Sofía… Es sobrina de la bruja que vinimos a visitar, y esta bruja en cuestión fue la que te invocó hasta donde estoy enterada.

—¿Me invocó? —le dije extrañado, pero si yo salí fue por decisión de Lucifer. ¿Por qué dices que me invocó? —le pregunté.

¡Qué me lleve quien me trajo! Sabía que lo que me dirían no serían noticias agradables; debí haber conversado de esto con Angi antes de venir aquí —pensé— Ah, sí verdad, que en vez de andar besándome con ella y andar acosándola con comérmela, debí haberle preguntado todos los detalles.

Angi puso cara de no saber qué responderme.

—¡Aja! Angi mejor déjame explicarte algo para que entiendas un poco el lado de mi pequeña historia. Tú dices que ella me invocó, pero, eso es imposible, pues yo estoy amarrado a ti —le dije.

Mierda definitivamente necesito un filtro en mi jodido cerebro, la he cagado no debí decir esto último —pensé. Antes de que ella pudiera decir cualquier cosa le seguí explicando:

—Bueno, amarrado no, eso no fue lo que quise decir, digamos mejor, que yo recibí una carta de Lucifer donde decía que le debía mi salida del infierno a una mujer llamada Angineé. Esa eres tú ¿Cierto? Más no a la bruja, al menos que la bruja se llame también Angineé. Eso en todo caso no sería tampoco factible porque yo sólo siento cuando estoy junto a ti— le aclaré… otra vez ¡Mierda! tampoco debí decir eso, prácticamente le estoy dando información a Angi para que me pueda controlar a su jodido antojo.

—Pues lo que te digo es mi verdad. Estoy segura de que ella fue la que te sacó del infierno. ¡Más no yo! —Angi sonrió luego de una pequeña pausa, al parecer le había llegado algo a la mente de golpe. Está condenada debe de regocijarse en lo que se me acaba de salir. Sólo me limité a decir:

—Definitivamente no entiendo nada.

—Tranquilo ya hablaremos con la bruja, se llama Alondra si mal no recuerdo. Es muy bella, te advierto —eso ella lo mencionó con tono muy sarcástico.

Sólo sonreí en respuesta, permaneciendo en silencio. Esta bruja empezaba a tardar en hacer acto de presencia. Decidí enfocarme en Angi.

De forma brusca terminé acercándome a ella. Para cuando reaccioné. Tenía su cara entre mis manos, la estaba mirando a los ojos. Esos ojos eran tan hermosos, redondos y expresivos. Empecé a sentir ganas de besarla, me acerqué a ella aún más, pero de repente empecé a sentí un cosquilleo en mi cabeza. ¡Ay! Empezaban de nuevo a crecerme los cuernos, cuando ya estaba a punto de besarla, Angi me apartó bruscamente, supongo que estaba tan embobado que me agarró desprevenido entonces me gritó:

—¡Quítate! ¿Qué haces? ¿Pretendes dejarme siempre necesitada por ti? ¿Acaso crees que seguiré en tu jueguito? ¡Pues no! ¡Aléjate de mí!

Al terminar de escuchar eso, no sé, pero me sentí muy abatido. La verdad es que quería besarla, la necesitaba. Oír todo eso me provocó dolor en el pecho, pero a pesar de eso dejé salir mi lado machista diciéndole:

—Jugarás el juego que yo quiera, lo quieras o no, pues yo soy el que manda aquí.

—¡Error, hombresote! —dijo una voz en la sala, miré. Para darme cuenta que estaba otra mujer allí. Me impresionó, ya que ni siquiera había logrado escuchar sus pasos. Al verme sonrió ampliamente.

—Tú no mandas aquí, es más. Te especificaré el orden para que me entiendas mejor —hizo una pausa mirando a Angi. Esta ni se inmutó ante la mirada indiscreta de la mujer—. Primero: Lucifer es quien te da órdenes a ti. Bueno, mientras estés en este plano terrenal dudo que eso pase, pero esa parte debía decirla, es sólo protocolo —diciendo esto sonrió. Se acarició su largo cabello negro haciendo una pequeña pausa, puso cara pensativa entonces continuó:

—Segundo: Angi cree en Dios, tu famoso Innombrable, por cierto; él, sí que puede mandarte en este plano terrenal, porque Angi, que es tu ancla, es una chica buena. O sea, me explico, Angi es la que te mantiene en este plano, tú ya sabes qué significa eso ¿Verdad? Esto sólo lo explico para que Angi me entienda —especificó señalando a Angi—; entonces por eso el gran Dios, tu querido Innombrable —aquí usó un tono melodramático, la condenada se estaba burlando de mi—. El creador de todas las cosas, puede mandarte a ti y obviamente también a tu amigo Lucifer porque si mal no recuerdo, él fue creado por Dios. ¿Verdad que sí? —esto último lo dijo de forma irónica. Empezaba a caerme mal esta mujer.

Observé el rostro de Angi, estaba neutral, se veía muy atenta a lo que decía la mujer.

—Por último, para terminar con esta cadena… yo jodo a todo el mundo… aclarando que puedo darte órdenes si me da la gana, de hecho, puedo ponerte a limpiar todo este desastre que tengo por casa, así que mejor cierra esa gran bocota que tienes y deja de imponer tu autoridad aquí, porque en mi casa sólo mando yo.

Cuando la mujer terminó de hablar, yo estaba que brincaba sobre ella de la rabia que sentía por dentro, pero algo me detenía, como un respeto muy profundo, de mí, hacia ella; como si de ella dependiera algo muy importante, así que me controlé y luego de unos segundos le dije:

—¿Por qué estás tan segura de eso? ¿Quién eres? ¿Por qué me sacaste del infierno?

—Soy Alondra, una bruja poderosa a la que le deben favores. Tu rey o mejor dicho tu exrey. Me debía un favor, bueno por otro lado también tengo amigos y contactos en el cielo —a pesar de que tenía cara de oportunista y mentirosa, juro por los demonios que le creí, ya que no logré detectar una sola mentira en sus palabras.

—Soy Lonhard, un demonio respetado —no había terminado de hablar cuando la bruja levantó una de sus manos haciendo un gesto para que me callara, entonces me interrumpió:

—Sé quién eres. Sé también a lo que vienes. En mí está sólo decirte esto: tu hermana, dame unos segundos para recordar su nombre —aquí hizo una pausa, se concentró cerrando sus ojos y a los segundos dijo—. Elizabeth… movió todo el cielo para sacarte de tu tortura, el detalle es que ella no sabía que tú, mi guapo hombresote, se manejaba majestuosamente bien en el infierno. Que, en vez de ser torturado, torturabas… bueno blah blah blah ese cuento ya tú te lo sabes. El punto es que movió un juicio con una de las juezas más influyentes en los cielos. Ella se llama Lilith, de ese nombre si me acuerdo. La muy perra me mandó a quitar un conjuro de teletransportación por una regla que rompí. En fin, el punto es que tu hermana movió ese juicio para demostrar que el hecho de que no te hayas arrepentido de matar a ese hombre que la violó y asesinó no es motivo suficiente para mantenerte por tantos años en el infierno ya que en vida fuiste un excelente hombre. Demostró que tu condena era suficiente. O sea, tantos años en el infierno, blah blah blah —esto último lo hacía moviendo las manos de forma algo cómica. La desgraciada empezaba de nuevo a molestarme.

—¿Cómo? ¿Mi hermana? —pregunté atónito.

—Sí, ella misma. En este caso Angineé sólo fue un puente, la famosa ancla como lo llaman los demonios, es por eso que dependes de ella —terminó diciendo mientras señalaba de nuevo a Angi.

—Si eso es así. ¿Cómo es que Lucifer entra en el juego? ¿Por qué le envió una carta a Lonhard con mi nombre diciendo que él dependía de mí? —preguntó Angi, yo estaba aún desubicado, muy asombrado, por lo que acababa de escuchar sobre mi pequeña hermana, sólo me quedé en silencio esperando a ver qué respondía Alondra.

—¡No lo sé! supongo que son cosas de él, sólo él sabe por qué lo hizo; te puedo decir que Lucifer me debía un favor. Aparte que del cielo dieron la orden que sacaran a esta escultura viviente. Pero como regla universal, ningún demonio puede salir del infierno sin un ancla humano. Allí es dónde entré yo al juego. Por consiguiente, Lucifer. Habrá tomado también sus medidas, ya saben cómo es él, vive jodiéndole la vida a medio mundo.

Prácticamente gruñí al escuchar esa aclaración:

—¡Explícate! ¡Quiero saberlo todo!

Ella sólo se limitó a mirarme, sonrió, miró a Angi y dijo:

—Tu demonio es hermoso, aunque debo decirte algo, su título de demonio… ya no lo tiene.

—¿Cómo así? Explícame, no entiendo lo que me dices —preguntó Angi, yo por mi parte enterraba los pies en el suelo para no brincar y asesinar a esta desgraciada mujer. Alondra me tenía rebasando mis límites de control, era demasiado burlona e irónica.

—Ehhh, permíteme explicarte. Él es ahora sólo un inmortal. Su título de demonio ya no existe. ¿Recuerdas a Lilith, la jueza? Ella se lo ha quitado, la muy perra es un “as” quitando cosas, en fin. Él ahora sólo tiene la apariencia de un demonio, pero no lo es. Claro, al menos que obre mal en esta segunda oportunidad y lo maten o le separen la cabeza del cuerpo… y bueno, vuelva al infierno. Ya sabes, por sus malas obras —en eso Alondra me miró diciéndome:

—Eres bueno Lonhard, siempre lo fuiste, crees ser malo, pero la oportunidad de ser bueno en este plano te llegará y no dudarás en hacer el bien.

—¡Cállate, Alondra! —le grité, no sabes lo que dices, ¿Acaso crees que no sé quién soy? o ¿quién fui? Cierra de una buena vez la boca. Deja de decir estupideces, mejor enfócate en decirme cómo fue que tú entraste en el juego, el por qué meter a mi rey en todo esto. Cuando acabas de decir que mi salida fue una orden directa del cielo y que no se te olvide explicarme cómo es que Lucifer se convierte en un cero a la izquierda al momento de acatar normas directas del plano celestial. ¿Acaso él no tiene algún tipo de autonomía?

Alondra puso los ojos en blanco concretando:

—La mitad de tus preguntas las acabo de responder hace unos segundos. ¿En dónde tienes la cabeza? ¿Acaso te pesan mucho los cuernos? De veras ¿No me expliqué? —permanecí mirándola a los ojos sin decir palabra. Esta mujer era mil veces peor de irónica que Angi. Además, no mostraba respeto por un ser como yo, definitivamente tenía cojones al hablarme así—. Soy una bruja. Yo entro en el juego porqué amoldé la regla universal: busqué la forma en la cual se cumpliera, anclé a Angi, esta bella mujer a tu ser. ¿Cómo lo hice? Pues la engañé para que aceptara el trato, cosa que no está tampoco permitido, pero como mi sobrina andaba con el asunto de los novios perfectos y esas cosas, lo decidí… por las tres chicas. Ella era la indicada. Aquí es donde entra Lucifer pues le pedí el favor de que te dejara salir con Angi anclada a ti, a pesar de que ésta aceptaría sin saberlo. Él, como es un pícaro mentiroso… accedió, cobrándose a su vez un gran favor que me debía.

Angi empezó a negar con la cabeza, no se sentía a gusto con lo que escuchaba.

—Sólo le pedí que obviara el detallito de que Angi estaba engañada, claro como el engaño hace fuerte a Lucifer, aceptó muy complacido. Te explicaré con puntos y comas para que me entiendas, hombresote: Primero dan la orden del cielo; segundo me buscan a mí para conseguir un ancla; tercero Angi sin novio, me dio lástima y bueno, la engaño con ayuda de Lucifer para que ella tenga un maravilloso novio, que por cierto terminas siendo… ¡Tú!… Conclusión: sales del infierno y todos felices por siempre.

—¿Lucifer aceptó así sin más? ¿Cómo se te ocurre? Ese jamás hace algo sin salir ganando. Tampoco se dejará ganar así de fácil del Innombrable. ¡Por favor! ¿No te das cuenta? le quitaron a uno de sus mejores demonios del infierno —gruñí.

Estoy muy desconcertado. ¡Mi hermana me sacó del infierno! prácticamente con ayuda de esta bruja y Lucifer, no puedo creerlo. Así no deben ser las cosas, sé que debe haber algo más.

—Me engañaste perra —gritó Angi—. Cómo se supone que me quitaré a este demonio, que encima… ¡ya no es demonio! —siguió gritando Angi.

—Sólo muriendo —le respondió Alondra, luego la mujer me miró diciéndome— ¡Cuida a esta mujer! Si ella muere estarás condenado a vagar por la tierra. Eres inteligente, ya sabes lo que eso implica.

Ah, ese es el punto clave de toda esta situación. Esa es mi condena, entonces es cierto lo de la carta, ella me hará vivir un infierno aquí en la tierra si llegase a morir, aunque de por si es mortal, tarde o temprano morirá y entonces Lucifer se regocijará en mi sufrimiento —analicé.

—Has dicho que es inmortal. ¿Cierto? ¿Qué me quieres decir entonces? ¿Que él pasará años vagando en la tierra sin poder morir? Pero, ¿por qué será condenado de esta forma por mi muerte? Es injusto —preguntó Angi.

—A veces, no sólo muere el cuerpo Angi. Bueno ya es mucho por hoy, para la próxima por favor avisen que vendrán. Ya saben, por si estoy lejos, para poder regresar a tiempo y encontrarme con ustedes.

Obvié el comentario sarcástico de Alondra. Concentrándome en la sensación tan abrumadora que sentía.

—No puede ser —dije en voz alta.

Alondra nos dio la espalda, caminando por el pasillo. Sencillamente se fue. Angi estaba atónita no dijo nada mientras ésta se iba.

—Angi, ven, acércate —le pedí dulcemente, ella me miró frunciendo el ceño, se acercó algo extrañada, pero no se alejó del abrazo que le ofrecí.

—Mi hermana es un Ángel. La extraño. Primera vez en siglos, que sé de ella —diciendo eso, me extrañó no sentir un fuerte dolor por mencionar palabras prohibidas.

Angi me correspondió el abrazo. Apretándome un poco más me dijo:

—Tranquilo. Te entiendo. También he perdido seres queridos, a decir verdad, extraño mucho a mis padres.

En eso la otra mujer, Sofía entró a la sala diciéndonos:

—¡Ah! ¡Qué lindos! —no solté a Angi de mi abrazo, eso provocó que Sofía carraspeara. Por su inminente insistencia solté a Angi para así quedar frente a Sofía, entonces unos segundos después nos dijo:

—Lonhard escúchame atento: dice tía que ya puedes decir la palabra Dios. Ángeles. Angelical. Ángel. Dioses. Arcángeles; todas esas palabras que te tenían prohibido decir en el infierno —se enfocó entonces en Angi diciéndole— Amiga, tía me envió a decirte que te cuidaras. La verdad puedo entender lo que le mandó a decir a tu hombresote, pero que mande a decirte que te cuides Angi, sinceramente no lo entiendo; si fuera tú, le tomaría la palabra muy en serio, viniendo de mi tía no sé si se refiere a que te cuides de quedar embarazada o de morir —Sofía se echó a reír. Luego guardó silencio de golpe, mirando con cara de ¡lo sé todo! —por cierto Angi. ¿No me presentarás a mi cuñadito? Sabes que somos como hermanas —sonrió y me extendió la mano.

Angi rechinó los dientes diciendo:

—Ajá. Sofía, él es Lonhard. El novio que no es mi novio. Que por cierto era un demonio que ya tampoco es —eso fue muy sarcástico y hasta un poco hiriente, pero no dije nada.

Aunque al escuchar todo eso. Algo se llenó en mí. Pues entendí que por los deseos de tener novio de Angi yo estaba también aquí. Se prendió en mí el sentido de protección. Mi ángel. Mi hermana, me ayudó gracias a los deseos de Angi. Por eso estoy en este plano terrenal de nuevo. Debo cuidarla. Ahora después de todo lo que ya me enteré, sé que debo protegerla. Sencillamente, ella era mía —acepté mentalmente.

Sofía sacándome de mis divagaciones me dijo:

—Mucho gusto Lonhard, soy Sofía. Me llamas si tienes algún problema cuando descubran lo de los robos bancarios, estoy a la orden. Sabes, soy abogada —me guiñó un ojo entonces se dirigió a Angi—. Gracias Angi por la visita.

No dirigimos hacia la puerta dándole completamente la espalda a Sofía, en eso Angi se dio la vuelta para poder enfrentarla nuevamente y le dijo: Creo que será la última vez que venga Sofí— el tono fue despectivo.

—Lo dudo, sabes que me amas —respondió airadamente Sofía.

Angi sonrió contestándole:

 —Tienes razón. Bueno, cuídate. Espero que la próxima vez que veas a ese cambia formas, sea un maldito león y te trague entera.

Sofía sólo soltó una carcajada y cerró la puerta, detrás de nosotros. Aunque agregó desde dentro de la casa para que pudiéramos escuchar:

—Angi aún no sé quién me tocó. Hago mis averiguaciones. Mi tía no me quiere decir quién es.

Eso que dijo no lo entendí y lo del cambia formas mucho menos, pero no pregunté. Tenía muchas cosas en que pensar.

Caminamos hacia el automóvil, mientras le pregunté a Angi.

—¿La odias o la amas en verdad? ¿Por qué el sarcasmo y los malos tratos entre ustedes? Claro, sin dejar fuera todos esos maravillosos deseos. Me confunden.

—La amo, es sólo que es insoportable, además, ella puso mi vida de cabeza, no tengo ni siquiera trabajo. Mi vida está en un completo desorden gracias a ella.

—¿Perdiste todo por eso? O sea, por esta situación —no se me hacía difícil entenderla, sé que esta situación no la soportaría cualquiera.

—A decir verdad, sólo perdí el trabajo, ya sabes, me encanta exagerar; por otro lado, tengo un supuesto novio que viene del mismísimo infierno. De resto todo igual —aquí Angi sonrió, me miró a los ojos, pero bajó la mirada enseguida sonrojándose.

—No te preocupes mujer hay otra cosa que puede cambiar.

—¿Qué Lonhard?

—Tendrás automóvil nuevo. Toma las llaves, es todo tuyo —no es por nada, el carro era carísimo, pero la hermosa sonrisa que me dio Angi para mí valía mucho más.

—¿Cómo? ¡En serio! ¿Me lo juras? —preguntó histérica.

—Te lo juro, es tuyo. De hecho, lo usarás para ir a tu hogar. Yo me desmaterializaré al mío. Te daré espacio. Supongo que lo necesitas después de todo lo que acabas de escuchar. Por mi parte necesito pensar.

Angi me miró, pareció decidir algo rápidamente. Entonces se acercó para darme un fuerte abrazo.

Cuando le correspondí, escuché un suspiro de su parte, me separé un poco porque me entraron muchas ganas de besarla, sólo acaricié su cabello y terminé apartándome, echándola hacia atrás con delicadeza.

—Bueno, bella mujer, te daré tu espacio, como te dije.

Además, tengo que irme antes de que terminé consumiéndote a besos —pensé.

—Oye, ¿dónde vives? —Angi se detuvo como pensando la pregunta— Es que, este automóvil estaba en un estacionamiento que me pareció muy conocido. No te dije nada en ese momento, por la impresión al desmaterializarnos al lugar, pero tuve tiempo de pensar en eso… mmm… lo siento, divago mucho, a decir verdad, creo que ya te has dado cuenta.  

—¿Acaso me vas a invitar a vivir contigo? —sonreí ansioso de escuchar su respuesta.

—No te hagas el tonto, solo es curiosidad.

—Te lo diré en su momento, no te preocupes. Igual, el automóvil estaba guardado allí porque sabía que sería para ti, ya sabes yo me muevo mejor desmaterializándome. Fue una compra innecesaria dejándome llevar por el consumismo. —sonreí de una forma aún más expresiva.

Esa respuesta pareció convencerla.

—Mmm… comprendo. —Angí parecía que iba a reventar de la felicidad, suponía que el gesto del automóvil era el motivo.

Nota mental: Regalarle muchas cosas a Angí próximamente.

Como vi que seguía mirando el automóvil toda incrédula, me enfoqué en abrir mis sentidos para ver si sentía alguna presencia extraña o a esa demonio, pues no quería dejarla desprotegida, miré también hacia los lados. Pero no sentí, ni percibí nada. Al estar seguro de que estaba a salvo le dije:

—Bueno, ya me voy.

Angi aún eufórica me miró, acortó la distancia, gesticuló un ¡Gracias!

No pude evitar sonreírle, ella se acercó aún más para darme un beso en la mejilla, no pude controlarme más.

En vez de agarrarla y besarla. Me desmaterialicé hacia mi apartamento.

Kassfinol

Escritora de novelas románticas paranormales y libros de terror

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