Libro 1: Serie Invocación – Entre el Infierno y la tierra – Capítulo 5

Capítulo 5 (Angineé)

En el presente

—Por lo que veo Amelia no va a venir, así que ya puedes darme tu grandiosa explicación y antes de que empieces quiero la verdad y sólo la verdad, Sofía; o juro por mis padres, y sabes que están muertos, que jamás te hablaré.

Mi madre con esos hermosos ojos verdes y su peculiar acento español, era única atendiendo a mi padre, fue un matrimonio muy feliz. Tuve un buen hogar —divagué en el momento en que recordé a mi familia. Sofía me sacó de mis pensamientos diciéndome:

—¡Ya, Angi! No te preocupes, te diré todo, pero aterriza por favor, no quiero que después malinterpretes.

Estúpida a veces no la soporto —pensé. Primero me miente y ahora intenta hacerse la seria y aparte sincera.

Resoplé para mis adentros.

—Comienza, Sofía. Soy toda oídos —ya quería levantarme del sofá, me sentía algo inquieta.

—Está bien, Angi. Alondra es mi pariente, es mi única tía. Ella no es una vidente, sólo dice eso para esconder lo que en verdad es.

—¡No me digas! ¿En serio? ¿Y qué se supone qué es? —pregunté sarcásticamente.

Sofía levantó una ceja, pero siguió diciendo:

—Una bruja de más de cien años, algo así, no estoy segura. Pero ya los cumplió, o está a punto de cumplirlos, en eso no fue muy clara tía, ella prefiere ocultar su verdadera edad.

—¿Cómo? ¿Y esperas que te crea? ¿Por qué ocultaste algo así? ¿Por qué engañarnos? —las preguntas salieron de mi casi sin pensarlas, estaba muy exaltada.

Dios, cien años. Pero si parece de nuestra edad, apenas luce un poco mayor que nosotras —pensé asombrada.

—Angi sinceramente no espero que me creas. Con el tiempo te darás cuenta de lo que es cierto y qué no lo es, de igual forma yo me enteré hace poco tiempo de que Alondra es una bruja, no creas que siempre lo supe.

—Ah, ¿sí? Explícame esa parte —Tampoco es muy fácil engañar a Sofía así que este acontecimiento era interesante escucharlo— admití para mis adentros.

—La verdad es que siempre tuve dudas, imaginaba que algo raro pasaba. Primero que nada, mi tía me hizo jurar que jamás les diría a mis padres que me reunía con ella; segundo: tenía muchos años conociéndola y jamás envejeció. Lo otro fue que cuando murió su única pariente viva, o sea mi madre, la muy… no fue al funeral —mientras Sofía decía esto se tornó pensativa, con la mirada perdida.

De repente permaneció en silencio por unos segundos y terminó diciendo:

—Ahora que recuerdo. Alondra, no quiso ver más a mi madre y pasaron diez años sin verse. Jamás quiso decirme el motivo y bueno, no podía preguntarle a mamá porque mami se disgustaba cada vez que le preguntaba sobre mi tía. Tal vez usé mal la palabra. Cuando digo que se disgustaba no estoy diciendo que se ponía de mal humor, sólo que le extrañaba de mí tanto interés por querer saber de mi tía porque mi insistencia era anormal y entonces empezaba a decir que Alondra estaba loca y que no hablara de ella en casa. Imaginé que habrían tenido algún problema o que por alguna razón le dolía o no le gustaba hablar de ella.

 —¿A qué viene todo esto? Explícame ¿cómo es que te enteraste de que tu tía es una bruja? —le exigí exaltada.

—Fue por papá. Él me lo explicó, al menos lo poco que sabía. Hace unas noches tuve pesadillas. Soñé que caían personas del cielo, hombres, a decir verdad. Al caer todos ellos morían y los que no morían se arrastraban hacia mí, cubiertos de sangre y sufriendo.

Sofía se movió algo incómoda en el sofá y siguió diciendo:

—Te preguntarás qué hacía papá en mi casa. Sabes que está viejo y aún no supera la muerte de mamá así que de vez en cuando se queda para tenerme cerca, tú sabes, por el asunto de que soy idéntica a mamá.

Le sonreí en respuesta. Tenía razón por las fotos que había visto de su madre, la mujer era idéntica a Sofía… dos gotas de agua.

—Te sigo contando el sueño. Me levanté toda histérica, gritando, y papá enseguida vino a mi cuarto; me vio sudando y temblando. Estaba totalmente histérica, al punto del colapso porque la pesadilla la sentí demasiado real.

—Si, como hace poco —me burlé.

Ella evadió el comentario y prosiguió su relato.

—El asunto fue que él me preguntó qué me pasaba y no pude evitar contarle todo y cuando digo que le conté todo, me refiero a la visita que hicimos las tres a la casa de Alondra, incluyendo el asunto de los futuros novios. Al verle la cara a papá no lo podía creer, estaba blanco y tuve que tomarlo por los brazos y sacudirlo para hacerlo reaccionar. Pensé que le había dado un infarto. Ah, por cierto, desde ese día tengo esa horrible pesadilla.

—¡Pregúntame si me importa! —respondí con ironía, yo también tenía pesadillas desde ese día. Y me importaba muy poco si la mentirosa estaba aterrada por el sueño.

Ella subió y bajó los hombros. De repente caí en cuenta del detalle de la reacción del papá de Sofía así que le pregunté:

—¿Por qué se asustó tanto tu papá? ¿Acaso se asustó porque queríamos saber sobre nuestros futuros novios? —y al terminar de decir eso, me arrepentí. Sinceramente no quería saber la respuesta que me daría Sofí, me dio un mal presentimiento.

—No, Angi. No fue por eso que él se asustó. Él se asustó porque me dijo que nada de eso podría ser posible ya que Alondra había fallecido hace muchos años.

—¿Cómo? —pregunté exaltada. Casi me da un infarto al escuchar eso, tenía el corazón a mil por hora y podría jurar que tampoco tenía sangre en el rostro, me puse blanca como un papel.

—Sí amiga, papá me dijo todo eso. Claro, es falso. Como verás tía esta vivita y coleando. La muy perra sólo se hizo pasar por muerta. Papá me explicó que al poco tiempo de conocerme había muerto en un accidente de avión y que los cuerpos de todos los pasajeros quedaron tan calcinados que no reconocieron a nadie, pero que tanto mamá y papá estaban seguros de que ella iba en ese avión porque ellos mismos la despidieron en el aeropuerto.

Sofía sonrió con cara de la mujer no tiene remedio y siguió diciendo:

—Papá sólo me dijo que tal vez eso también lo había soñado, él se refería a la visita que hicimos a tía Alondra, pero yo fui astuta y no insistí en el tema, preferí quedarme callada. Aunque para mis adentros pensaba que la perra loca de mi tía me tendría que dar una explicación al amanecer. Y así pasó que a primera hora del día dejé todas mis responsabilidades del despacho y fui a su casa. Al verme llegar sólo me dijo que tomara asiento, que ella me explicaría todo. Desde luego ella siendo tan inteligente como es, ya estaba enterada de todo. Por cierto, ya sé de dónde saqué mi inteligencia —ésta última frase la dijo con una sonrisa que no le cabía en la cara.

Puse mis ojos en blanco y la miré con cara de ¡cállate, sigue explicando! Sofí inmediatamente prosiguió:

 —Lo primero que le pregunté a tía fue el motivo para hacerse pasar por muerta. Ella sólo contestó que lo hizo para esconder su secreto. Le pregunté de inmediato a qué se refería con eso del secreto y simplemente se limitó a decirme que yo lo sabría en su momento, que le diera la oportunidad de explicarle todo.

Asentí y con mi mano le indiqué que siguiera. Sofía siguió:

—Tía me contó que ella me conoció sólo porque su hermana, es decir, mi mamá, la había obligado; que no lo tomara a mal, pero que para esas fechas había decidido desaparecer y encariñarse con alguien era lo menos que quería. Y bueno, como verás, eso ocurrió. Ella al conocerme y ver lo mona que era, me amó de una vez y como jamás tuvo hijas quiso estar cerca de mí. El problema era que ella ya tenía una decisión tomada y se haría pasar por muerta para no volver hasta que su única familia, mi mamá, papá y yo, falleciéramos. Tía tampoco se casó así que sólo nos tenía a nosotros. Claro no lo logró, me extrañó demasiado y se escondió en el bosque para cuidar de mí y verme cada vez que pudiera, por lo general en vacaciones.

El ego de Sofía crecía visiblemente mientras hablaba, esta mujer era única y para qué negarlo, era fácil quererla. Alondra y yo teníamos algo en común y era que amábamos a esta chica.

—Respecto al accidente de avión me explicó que había hecho un conjuro de teletransportación antes de estrellarse el avión, claro ella ya sabía que el avión se estrellaría. Tomó ese vuelo para así explicar su muerte. Cuanto más me hablaba menos lograba entender, quería más detalles, pero me dijo que no le hiciera más preguntas, que en su momento yo me enteraría de todo —cuando Sofí dijo esto tenía cara de desconfianza, supongo que no le creyó o sabía que jamás le explicaría.

—¡Ajá! ¿Podrías explicarme como esa perra mentirosa, que por cierto es más mentirosa que tú, logró mantenerse así de hermosa si tiene tantos años de vida? —le pregunté.

Si era alguna crema, ¡mataría por tenerla! Yo merecía tener el rostro, así como ella —pensé y luego sonreí por mi repentino mal pensamiento.

—Eso no lo sé, seguro es un conjuro. Ya me imagino ese rostro debajo de esa piel hermosa… toda podrida y llena de gusanos —dijo Sofí riéndose.

—Si, como no, graciosa, era de esperarse ese comentario de ti. Bueno, sigue diciéndome todo lo que te contó.

—Bien, me explicó… mejor dicho… me hizo jurar que no diría nada acerca de mis visitas a su casa, solo para no alarmar a mis padres y que no fue al funeral de mamá por las mismas razones —mientras Sofí hablaba se rascaba la cabeza y subió los pies a la mesa cruzándolos.

—¿Sabes? No me lo estás preguntando, pero yo pasé todos los veranos en esa fea casa y me la pasaba de lo mejor. Tía me llenaba de comida, me regalaba videojuegos, me relataba cuentos de terror, esos que tanto me gustan. Me dejaba dormir hasta tarde y podía despertarme cuando yo quisiera y todo era excelente. La muy condenada jamás me dijo qué crema era esa que usaba para estar siempre joven, y tampoco vi que se cuidara con la alimentación porque siempre comía como cerda. Claro, era una bruja, pero eso ella jamás me lo diría. ¡No lo tenía planeado! Ahora entiendo todo eso— Sofí se echó a reír, pero no la acompañé en su felicidad, ya que yo estaba petrificada por todo lo que me estaba contando.

—Dime algo Sofí ¿Por qué jamás nos dijiste que estabas con tu tía, si al final ni tú misma sabías lo que pasaba? —le pregunté intentando conseguirle lógica a toda su jodida mentira.

—Porque lo juré, tengo palabra. ¿Recuerdas? —y me sonrió.

—Sí, ¡cómo no! Debería dejar de hablarte, pero antes de que eso pase me dirás por qué razón soñamos con esas imágenes y por qué tenemos esos sueños —me levanté del sofá y empecé a caminar, ya estaba muy nerviosa para permanecer sentada.

—Bueno —pronunció muy lentamente, haciendo énfasis en la palabra, luego de unos segundos prosiguió—, todo depende de cómo lo veas, Angi.

—Explícate, Sofí, antes de que te saque a patadas de aquí.

—¿Recuerdas hace unas horas atrás cuándo me dijiste sobre el ángel del cielo o sobre el demonio? —Sofí puso una cara muy seria y eso me inquietó mucho más. Recordé mi histeria de hace unas horas, así que asentí diciéndole:

—Sí. Eso es lo que pienso, pero tampoco es que sea verdad o crea que pueda pasar. Es lo que la lógica me dice. Además, después de escuchar todo lo que nos dijo tu maravillosa tía ese día, no suena tan loco lo que dije. Hace unas horas estaba histérica y llena de rabia así que debes entender que haya dicho ese grandísimo disparate. Y si me lo preguntas me aterra pensar en que toda esa locura se convierta en realidad.

—Angi, sinceramente no creo que te alejes tanto de la realidad.

—¿Qué? —grité casi cayéndome de la impresión que me provocó escuchar eso. Tuve que sentarme de nuevo.

—Sí, Angi. No te alejas de la realidad. Mi tía me lo explicó todo. Ella hizo un ritual y abrió ese día una puerta en el cielo, otra en el infierno, y un portal. No sé si me dijo completamente la verdad, pero eso fue lo que alegó en su defensa.

—¿Cómo? —grité— Dios, ¿Esa loca hizo bajar un ángel para mí?

—Yo no he dicho eso Angi, aún no sabemos nada.

—¡Ay, maldición! ¿Qué has hecho? Mejor dicho, ¿Qué hicimos? ¿Qué mierda me hiciste hacer? si quedo viva de esta, te mataré —le grité histérica. Luego respiré hondo—. ¡No, espera! ¡Somos tres! Tú, Amelia y yo. Y me dices que ella abrió dos puertas y un portal. ¿Quién es el tercero? ¿A quién sacó de ese supuesto portal?

—Es un brujo, Angi. Eso creo. Él cambia su apariencia y ese grandísimo desgraciado fue el que me revolcó hace rato cuando salía de casa de mi tía. Te preguntarás cómo lo sé. Luego del incidente llamé a tía y ella me dijo que el hombre era un cambia formas, gracias a Dios logré zafarme de él… Ay, ¡Dios mío, Angi! ¡Estás blanca! En serio, ¿tienes miedo? —Sofía soltó una pequeña risita.

-—¡Cállate! Sigue contándome lo qué te pasó.

—Saliendo de la casa de mi tía, ya sabes en mi hermoso carro, un animal se me atravesó en la calle, en el mismo lado donde se nos apareció aquella vez el hombre que casi atropellamos ¿Recuerdas? Esta vez digo que fue un animal porque era un venado, el muy desgraciado venado… hombre cómo lo quieras ver… Se me atravesó en la carretera, terminé frenando mi auto muy cerca de él. Me bajé para ver si lo había lastimado… ¿y qué crees?… ¡El venado ante mis ojos se convirtió en hombre! Fue entonces cuando me agarró y revolcó. Le di un puñetazo en la nariz y me adentré en el bosque, huyendo de él. Me caí, no sé cuántas veces, diez, creo. Comí hasta tierra. ¡Dios, sabe horrible!

Sofí se había emocionado, como si lo que me estuviera contando lo hubiese visto en una película.

—¡Debiste haber comido mierda! —exclamé.

—Ay, Angi ¡ya! Por favor. No la pagues conmigo. Mi tía también me engañó. Míralo de este modo, estamos cagadas hasta la médula porque no sabíamos nada. Ahora sabemos a lo que nos enfrentamos, podemos actuar con cautela porque estamos prevenidas. Además, mi tía me comentó que nada malo nos pasará.

—¡Que se joda tu tía! ¿Cómo puedes creerle después de saber que engañó a su única hermana y te engañó a ti y a nosotras?

—Le creo porque tía tiene mucho que perder, ella sabe que si miente me perderá a mí. Si ella me miente de nuevo jamás volvería a verla y si algo me pasa te aseguro que no podrá seguir viviendo con eso. Ella me ama, de verdad le importo.

—¡Interesante, ya puedes dejar de defenderla, perra! ¡Abogada tenías que ser! No estamos en un juzgado, sabes. Métele a la lógica. Ahora dime ¿qué será de Amelia y de mí si nosotras no somos nadie para ella? ¿Qué nos garantiza que nada nos pasara? —estaba sudando de lo estresada que me sentía.

Dios, no puede ser que esto me esté pasando.

—El pacto las cubre a ustedes dos por igual, no sé qué hará ella sinceramente pero no podrá pasarnos nada malo porque si ocurriera, ella me pierde —Sofí estaba muy orgullosa, como si disfrutará de su discurso.

—Más te vale Sofía —di media vuelta, sin escuchar lo que pudiera responderme y me largué de la sala a grandes pasos hacia mi cuarto.

Si no conociera a Sofí desde pequeña, juro por Dios que la estaría ahorcando. Necesito aire.

—Lárgate de mi casa cuando quieras —grité para que me escuchara—, y si tienes algo de sentido común sigue tratando de localizar a Amelia, a ver de qué manera la ponemos al tanto de todo lo que pasa.

Luego de mi proposición me encerré en mi cuarto, golpeando la puerta muy fuerte detrás de mí.

Como si con eso pudiera alejar o desaparecer el lio donde por estúpida e inventora me había metido.

Kassfinol

Escritora de novelas románticas paranormales y libros de terror

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